miércoles, 26 de mayo de 2010

De cómo fue mi primer día en Haití

30 de marzo de 2010

Mi primer día en Haití empezó a las 6:30am. Dormí muy bien en la que será mi casa por una semana: una carpa y una colchoneta.

Lo primero que tomé fue un café. El agua sabe distinta, es más dulce.

Pequeño ( )

La noche anterior fue luna llena, el cielo estaba completamente despejado. Ni un mosquito!!!

Más de una docena de carpas conforman el vecindario. Portugueses, puertorriqueños, españoles, estadounidenses y una venezolana (YO J)

El suelo es grama y los alrededores están bordeados por una cerca (del otro lado las carpas de las monjas ) y del otro el noviciado. No tenemos agua directa porque el terremoto destruyó el tanque. Toca cargar tobos, nada complicado.

Cierro ( )

Continuamos… Tomé el desayuno y en la mañana asistí a una reunión en una de las bases de la Minustah. La liderizaba la OIM. En la lista de contactos eran decenas de organizaciones. Todas están en Haití. Conversaron sobre el reasentamiento de las personas, sobre todo por el tema de las lluvias… Algunos propietarios de los terrenos donde están ubicados los campamentos quieren que las personas se marchen.

No entendí muchas cosas porque toda la reunión fue en inglés. Cuando regrese a Caracas tomaré un curso de inglés y otro de francés o portugués.

Al salir de la reunión, que fue en una carpa gigante con aire acondicionado, luz, cubículos, recepción, cuadros y hasta plantas (muchos puntos supensivos……….), el olor a putrefacción era terrible. El estacionamiento estaba lleno de camiones de la Minustah.

La tarde fue gris…

A las tres salimos a ver cómo habían quedado las estructuras más importantes de la ciudad luego del terremoto. Lo primero que nos encontramos fue un mercado que realizó Chávez (Todos me preguntan por Chávez, también acá es muy famoso), lo curioso de este mercado es que los vendedores no están dentro sino que siguen vendiendo fuera. En la entrada hay una bandera de Venezuela pintada en un arco. Hay vendedores de ropa vieja, de carbón, madera, zapatos, comida. A pocas cuadras está la embajada de Venezuela.

Llegamos a la catedral (o lo que quedó de la catedral: la fachada) al lado, en su despacho, murió el arzobispo, los protestantes dicen que fue un castigo divino.

Al frente una misa. Mujeres con grandes sombreros cantan en creol… Algunas están sentadas en un muro, otros en el suelo. Hay dos fotógrafos que se meten entre la gente, captan rostros, sinceramente sobran, y un camarógrafo… Yo estaba tomando fotos pero de pronto me sentí terrible y me dieron unas ganas inmensas de llorar, guardé la cámara y simplemente observé cómo cantaban, comulgaban, o simplemente miraban… De verdad no pensé que me iba a poner así, ni siquiera he visitado los campamentos…

Recuerdo que cuando regresábamos de la reunión vi a un hombre desnudo bañándose en la calle, me dijeron que era un enfermo mental, me impresionó mucho, pero luego, en la tarde, vi a una mujer desnuda bañándose… no me dijeron que era enferma, quizás esto no viene al caso pero es algo que vi y me impresionó mucho.

Seguimos viendo las estructuras destruidas… siempre que nos bajábamos del carro los niños se abalanzaban pidiendo algo de dinero… Pregunté cómo se decía: Dame dinero en creol y ahora se los diré cada vez que me pidan, veremos si los desconcierto o me escupen… Una imagen que me hizo tomar la cámara nuevamente fue la de los niños jugando con unas cometas… pensé que sería interesante hacer una serie de fotos que se llame “DESCONEXIóN o como el juego me lleva a otra dimensión” vi muchos chicos jugando baloncesto, futbol, me la pensaré.

Este recorrido lo hicimos con Peggy (periodista), Robinson (promotor social) y el padre Ramiro a quién en poco tiempo empiezo a admirar. Me gusta la manera en que dice las cosas, transparentes… además tiene bastantes vicios y eso me parece muy cómico, es claro en sus ideas y no cree mucho en las ong, ya me explicó por qué, pero digamos que todavía estoy en mi nube utópica, de la cual me enorgullezco, de la cual muchas veces tengo que bajarme, de la cual nace un poco de la pasión que siento por todo esto.

Las calles de Haití son muy transitadas, hay demasiado desorden y la gente grita y hasta baila… Dejamos a Robinson, dejamos al padre. Y Peggy, Sergi y yo seguimos hasta la casa. Trabajar en la compu, rezar para que viniera el internet, cena, reunión con Lazard, baño, y ahora escribiendo en la oscuridad de cómo fue mi primer día en Haití. Escuchando las gotas de lluvia que refrescan el ambiente, los grillos, el radio de mi vecino portugués, estadounidense, haitiano o español, los murmullos en creol (creo que ya lo sé distinguir del francés) cruzando los dedos para que no se acabe la batería de la miniLAC… Escribiendo. Esperando que mañana no me den ganas de llorar en el campamento, que Dios me ilumine para decir la palabra, realizar el gesto preciso, o simplemente escuchar, practicar mi silencio, ese que el año pasado hacía en EE.EE y que ahora lo hago por la barrera del idioma… Aunque tengo una misión, enseñarle español a Peggy.. LA GENTE ACÁ ES AMABLE Y ME HABLA EN MI IDIOMA. IGUAL YA HICE mi lista de palabras en creol, no la escribiré acá porque es muy cómica: “quiero ir al baño”… ya me duele el cuello y la batería se acaba. Ojalá mañana no lloré de nuevo, ojalá no me sienta con la cabeza gigante de tanto buscar una explicación a este sufrimiento que viven estas personas… ya escampó.

Epílogo precoz…

Ayer confirmé nuevamente que un vaso de agua en el momento indicado puede valer oro. Que la ducha de una cuveta en la noche es el mejor premio. Que amo que me respondan los buenos días en castellano, que extraño mi país, que una buena conversación no la hacen la cantidad de palabras sino el esfuerzo por comprender la otra lengua. Que muchos aman a Chávez. Que probablemente cuando llegue a casa duerma en carpa. Que los mosquitos pueden hacer una tregua. Que no es bueno colocar la mano en la puerta de un carro cuando otro la va a cerrar. Que uno puede llorar en silencio. Que tengo muchas cosas por aprender. Que estoy aquí para ver cómo mucha gente resucita…