El
impulso de la promesa nos lanzó a Yare. No habían pasado 24 horas de haberme
bajado de un avión procedente de Ciudad Guayana, pero me dije (nos dije): hace
cuatro años nos prometimos conocer una cofradía distinta cada año, llevamos 3
(Naiguatá, Chuao, Yare) son 11, ya lo sabes, 11 años, y en el acto me miraste
como si estuviese delirando (casi siempre lo haces, luego sonríes, luego me
acompañas)
Este año el plan era Canoabo, porque
hace rato que quiero conocer las tierras de Gerbasi, oler cacao, mirar
montañas. Pero no pudimos (que si el efectivo, que si el traslado, que si el
caos que tanto te asusta). No importó. Con 4 mil bolívares, 2 arepas y 1 litro
de agua, nos fuimos nuevamente a Yare (una cofradía distinta este año, porque
todo es impermanente en esta vida) Agarramos el metro de Caracas hasta La
Rinconada, el ferrocarril hasta Charallave Norte, el autobús hasta Yare.