—La muchachita se iba
a graduar de ingeniero— dice un anciano afligido.
—Que fuerte. Ya van tres
en Ecuador— le responde una mujer que lo acompaña.
— Tenía 22 años, fue a
Ecuador para ver cómo era la cosa, y se regresaba a graduarse de ingeniero, ya
le faltaba poquito.
Ambos se miran y
permanecen en silencio.
—Yo me he puesto a verlas
y son todas bonitas. Está pasando una cosa con las muchachas bonitas que se van
de Venezuela— concluye el señor.