lunes, 5 de abril de 2021

Marzo 2021

                                      

Hace siete meses mi mamá se fue y yo voy más lento. El duelo se sienta conmigo a meditar, comer, escribir, leer, recortar, pegar. Cuando camino va detrás de mí como una hoja seca dando vueltas. Si intentara arrancarlo, pronto desarrollaría el síndrome del miembro fantasma, porque una mano cortada no deja de ser mano. Si intentara esconderme, vendría sigilosamente con su dedo índice tocaría mi hombro y gritaría llenándome de saliva: “ERE”. Yo quedaría paralizada para siempre, porque soy la única que juega este juego, porque no hay nada que pueda tocarme para volver a correr.

Una de las cosas más duras del duelo es que “es amor sin lugar adonde ir”. Si apenas se cumplían dos años de la muerte de mi abuela y ya mi madre estaba muriendo. No quiero ir más rápido porque no sé dónde poner mi amor. No quiero que me digan que está en un lugar mejor, descansando y hasta tengo mejor semblante. ¿Se refieren a mi madre o a mí? Quiero silencio, que acompañen mi memoria y escuchen mi duelo.

El 5 de marzo bendecimos sus cenizas. Me acompañaron mi padre, mi tío, mi esposo, tres amigos y una mujer de Pedernales que cantó y tocó la guitarra. Ese día dije que los hombres de mi vida y una sirena de río me sostuvieron con la misma potencia con que lo ha hecho el silencio y la escritura durante estos meses.

Me estoy preguntando mucho sobre la muerte y el duelo en estos tiempos de pandemias. ¿Cómo atravesarlos mientras vamos tomados de su mano? Cada vez que respiro el aire me entrega un segundo más pero también toma mi vida. La va quemando. Vivimos en la muerte. Nos vamos a morir. Y fuese más natural sino estuviéramos en este necroceno prolongado convirtiendo a nuestros muertos en cifras.  

La muerte no nos borra a los seres que amamos, nos introduce en una dimensión que los hace más presentes. La muerte es tan real como las líneas en la palma de mi mano. Tengo tu nombre escrito en ella y no la puedo cerrar. Tan real como la pluma azul que, una semana después de la bendición de tus cenizas, apareció en el mueble. La línea que divide nuestros mundos no existe. A veces estoy tan muerta como tu tan viva.

#Mensuario


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