Vamos, venimos, damos, recibimos, estamos y huimos. Contar historias es el principal objetivo de este blog. La finalidad: Estar. [Rostros, crónicas de viaje, poesía]
sábado, 25 de junio de 2011
Táchira desde el retrovisor
La tierra se está hundiendo y con ellas las casas que a lo largo de la carretera se ven inclinadas. Las que están cerca de las quebradas no tendrán otro destino más allá de esa agua que corre y que será la encargada de trasladar lo que queda de ellas.
El jueves 2 de junio cerraron el paso de vehículos por la vía Capacho-San Antonio (Troncal 5), para desarrollar los trabajos de sustitución de una alcantarilla ubicada a la altura del páramo de La Mulera, en el límite entre los municipios Libertad y Bolívar, la cual colapsó semanas atrás como consecuencia de las fuertes lluvias.
Está vía es la “única” disponible para comunicar a la frontera (San Antonio y Ureña) con el resto de los municipios del estado y del interior del país. Por allí circulan vehículos particulares, colectivos, transporte de carga y combustible. Retomo la palabra “única” porque existen los caminos verdes, entre estos una trocha que se encuentra en la montaña y donde es más que normal el contrabando de gasolina y de alimentos.
Carros con pimpinas vacías en su techo, trochas a lo largo de la montaña donde carros muy viejos, los taxis que parecen lanchas, traspasan gasolina con mangueras y tienen sus pimpinas llenitas para ser vendidas. Camiones tipo cavas que trasladan alimentos fuera de horario y que incluso llevan a sus moscas (motorizados que van abriendo paso y vigilando el camino. También los he visto abriendo el paso para los camiones a puro trote por las carreteras).
Todo un mundo que no escapa del desconocimiento de nadie porque incluso por esa vía circulan militares, y digamos que están trasladándose por ese lugar, o es uno de los lugares de traslado mientras terminan de reparar la carretera para circular con la mayor naturalidad posible.
Aunado a las lluvias y al contrabando, hace algunos días estaba con una compañera de trabajo por la carretera y vimos cómo un poste lanzó unos chispazos que desaparecían mientras caían en el capó del carro. Nos quedamos estupefactas, y es que el tema de la electricidad es otro punto que aunado a lo anterior hace que las personas se encuentren en un estado de zozobra que no tiene cuantificación.
viernes, 3 de diciembre de 2010
Por salir sin lapiz y no tener memoria de elefante

Un hombre camina por la calle del Seguro Social en la Parroquia Altagracia. Viste una camisa de rayas azules y un jean. En su cabeza tiene unos lentes. Va muy concentrado hablando por su celular:
—Colle mami ese no es el caso. Si yo te escribo tienes que responder… Si, si, pero mami escúchame una cosa, a mi me gusta que me manden al mediodía mi buen provecho… Si… si… mami entiéndeme…
()
Y yo por haber salido sin lápiz, grabador, porque iba a comprar dos piches galletas me quedé sin mi ejercicio de crónica de escuchar una conversación ajena…
viernes, 19 de noviembre de 2010
jueves, 23 de septiembre de 2010
Payasos en el rayado

Así es como la calle frente al Centro Comercial Palo Verde estaba más ordenada de lo normal, y por supuesto, más colorida. Ya las personas no tenían que ver al fiscal de tránsito común y silvestre enviando mensajitos por su celular y hablando con sus compañeros.
Este Proyecto forma parte de la campaña Para, Mira y Cruza la cual pretende crear conciencia ciudadana sobre la importancia de respetar las normas de tránsito, para resguardar la integridad física y la seguridad de las personas. El material informativo repartido por los payasos, zanqueros y mimos, les recuerda a los peatones y conductores como deben circular en las calles.
El objetivo es que logremos tener una cultura de respeto a la normativa en materia vial. Más y mejor.
lunes, 21 de junio de 2010
Hora 0
En la acera los estudiantes hacen el respectivo chalequeo al acompañero del día.
Señoras con bolsas de mercado, muchachas con ropa de gimnasio; y la hilera de carros inmóvil.
—Está trancado—grita un chofer.
Yo empiezo mi recorrido a pie, ya en la mitad de la cola. A medida que avanzo los carros cambian de posición, ya no estan uno tras otro sino que forman un gran embudo. Dificilmente un transeunte puede pasar entre ellos. Todos los carros dicen "hora 0".
En el gran garage también hay decenas de motos. En la pequeña cera frente al Centro Comercial Palo Verde muchas personas comentan lo sucedido, no se puede escuchar nada porque sólo murmuran. En la isla de concreto, frente al metro,muchos polícias custodian el lugar. Uno habla por radio. Otro bucea a una mujer. De pronto emerge de entre los carros un camarógrafo.
—Mami, ¿necesitas un taxi?—me dice un motorizado.
—No, gracias.¿Qué pasó? Por qué está trancado?—pregunto.
—Es que mataron a un taxista de la línea Palo Verde—afirma mientras se arregla el casco.
—¿Cuándo?
—Antier. Y también se robaron un carro de la línea de "Los rapiditos".
En ese instante regreso la mirada al camarógrafo, observo al policía, a los carros que dicen "hora 0", a las personas que siguen caminando y ni siquiera voltean...
—Al menos así, trancando todo, llaman un poco la atención—le digo al motorizado.
—Así es— sonríe.
Un muerto más, un robo más, ¿será que lo contabilizan en las estadísticas? y si es así, ¿cuándo las personas dejarán de ser números?
Ya tengo que tomar el metro. Voy tarde al trabajo.
jueves, 17 de junio de 2010
Bailando a un muerto

Van de atrás hacia adelante y viceversa, al son de un ritmo que todos conocen pero que ninguno ha escuchado.
Mientras tanto otros rocían ron y aguardiente sobre el sarcófago de madera, también se toman un trago.
Más de uno está ebrio, tal vez para sedar el dolor, tal vez para resistir el desvelo de la noche anterior. El resto lleva flores en una mano y una cerveza en la otra. Al lado una mujer lleva un cigarro a su boca y exhala con los ojos fijos en la escena, el hombre que la acompaña llora desconsolado y la rodea con sus brazos.
Todo sucede en la parada del sector Vuelta del Águila, ubicado en Filas de Mariches, donde dos autobuses esperan a los asistentes de esta ceremonia mortuoria.
En la carretera varios detienen el tráfico, hay que seguir bailando al muerto. Nadie protesta, “porque es una manera de despedirlo de este mundo”. Tres policías observan atentos y se comunican por radio. Es casi el mediodía y varios estudiantes ya salieron de las escuelas, esperan el autobús que tardará un poco más por la cola que se ha formado.
Es lunes y probablemente esta es una de las cientos de víctimas que mueren el fin de semana en toda Venezuela. “Si fuese malandro, habría disparos, si fuese motorizado habría motos”. No hay disparos, ni motorizados, tampoco importa mucho, ya que todos se encuentran dentro del círculo de violencia que día a día extermina a más ciudadanos. Las gotas de ron y aguardiente se deslizan en el ataúd. El sol intenso hace que algunos saquen sus paraguas. Aun falta camino por recorrer. Es otro lunes bailando a un muerto.