miércoles, 24 de diciembre de 2014

Ruta #12: Ver un amanecer desde la montaña


Cuando la montaña duerme está oscura y en silencio.  Una leve brisa golpea las hojas y las luces de la ciudad titilan a lo lejos. Las ráfagas de viento que crean los carros  en su andar apresurado y el roce de sus ruedas con el pavimento de la avenida Boyacá suenan como el vaivén de las olas del mar. Tus sentidos se afinan pero aun necesitas de la ayuda de tu linterna, porque apenas son las cuatro de la mañana y la montaña aun duerme.
Empiezas a subir. Avanzas y tu frente, brazos, pecho, vientre, piernas sudan frío aunque te sientes cálido por dentro, porque la emoción genera cobijo.
Cuando la montaña duerme cuidas cada uno de tus pasos, el suelo es más suave y un tropezón con alguna piedra te pone en alerta. De tanto en tanto te tambaleas y extiendes tus brazos, porque en la oscuridad la montaña puede ser una cuerda floja y tu un equilibrista...

Cuando transitas los caminos de una montaña que duerme sientes felicidad porque quien va  a tu lado comparte esta locura de subir a la montaña en la madrugada para ver solo un amanecer, el anhelado amanecer.
Te llenas de orgullo porque llegas al puesto de guardaparques de Sabasnieves para tomar agua, alumbras la cartelera y te miras en el boletín del CEC, en un artículo que cuenta cómo hace un mes, y algunos días, hiciste esa ruta que soñabas. Estas feliz porque sabes que eres parte de un grupo único de gente conectada de otra forma con este monte de anhelos.
Cuando la montaña duerme puedes sentir un poco de miedo, porque un ave en vela chocó contra un árbol e hizo que sus hojas vibraran de sorpresa.  Un temor que te estremece pero se disipa porque quien te acompaña te fortalece.
Si llegas al punto donde planificaste ver tu amanecer y aun la montaña duerme te desbordaras de satisfacción. Quedarás fascinado por las luces de la Caracas en reposo, por la brisa que te roza, por el sonido del mar que no es mar. Harás fotos, te sentarás, esperarás y poco a poco el cielo se abrirá ante tu vista y saldrá esa luz tímida, lenta pero decidida, los rayos del sol.
Camina la montaña dormida. Hazlo acompañado por locos. Sé paciente porque cuando despierte, sus verdes serán más vibrantes, sus pájaros y grillos cantarán, los murciélagos huirán, el cielo de celestes, naranjas, rosas la harán sublime, nostálgica. Quizás una nube se pose sobre la ciudad y se extienda por toda esta, como la mano de un mago que desaparece ante nuestra vista cualquier cosa. Truco, fantasía, realidad. Tú ante un espectáculo donde las pocas luces que quedan se apagan lentamente y solo cuenta el amanecer.
"Este es un nuevo día, para empezar de nuevo, para buscar al ángel que nos crece los sueños, para cantar, para reír, para volver a ser feliz". Facundo Cabral, tenías razón.



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