“Sí: ante la divina impermanencia, lucho
para conservar el instinto, para fijarlo como una escultura fluorescente. Lo
ilumino con mi consciencia, y retengo hasta que estalle en una nueva obra
divina el universo infinito, laberinto inconmensurable que se desliza entre mis
garras, presa que se me escapa entre los dientes, huellas que se desvanecen
como un perfume sutil...”. (Arcano XV: El Diablo)
***
Un vacío de olas me lanzó hacia el mar.
Montada en la lancha sentí el vértigo de todos los tiempos, necesario para
llegar hasta Chuao. En la orilla fue preciso agarrar una camionetica con salsa
trancada, atravesar un bosque de cacao, para bajarnos en el pueblo que da la
bienvenida con un mural, que muestra uno de sus mayores tesoros: los Diablos
Danzantes de Chuao.
Afuera de la casa de la
señora Tomasa Bolívar varios diablos danzaban al son de la caja, sacudiendo sus
maracas, y meneando sus cencerros espanta espíritus. “Baila diablo, baila
diablo”, gritaban las mujeres. Otro diablo lloraba mientras le limpiaba los
zapatos a la gente, que le daba algo de dinero.
Dentro de la casa había
máscaras colgadas. Y en el patio de atrás algunos diablos, con el pecho
descubierto, jugaban fútbol en un terreno, con una arquería hecha de dos
botellas.
En ese momento apareció
Crisdarly, de ocho años, y se convirtió en nuestra guía. Nos atravesó por un
camino donde un toro tomaba agua en la orilla del río y nos encontramos con el
segundo capitán de los diablos danzantes, Ángel Rojas. Nos contó que habían
salido a danzar desde el miércoles a las 10:30am, que cuando lanzan el cohete
se le “paran los pelos”, que siente una presión tan grande que hasta le dan “ganas
de ir al baño.
Habló de las tres
caídas, de la disciplina y comportamiento del capitán, que la máscara del
diablo mayor lleva barba, que el personaje de la sayona es un hombre que se
viste de mujer. Contó su breve historia: tiene 55 años y comenzó a los 10. Su
abuelo era el primer capitán, Jesús Franco, que murió a los 86 años y danzó por
72. “Esto es lo más grande para mí, aunque yo le tengo miedo. Si tú te metes
debes cumplir. Tienes que tener devoción, no meterte por mujeres. El día que yo
falte tendría que estar inválido”, nos dijo Ángel como buen diablo.
***
Calmamos el calor con un baño en el río,
unas cervezas, y un refresco para Crisdarly. Honramos la tierra del cacao
comprando una barra. Sonaron las campanas y la misa comenzó. No nos dejaron
entrar porque llevábamos pantalones y vestidos cortos. Me molesté, respiré,
busqué mentalmente en qué parte de la biblia dice eso, y nuevamente no encontré
respuestas.
Me alegré porque los
diablos si entraron, en casi ninguna cofradía esto sucede. Todos se sentaron en
la parte de atrás de la Iglesia. Yo escuché la misa desde afuera hasta que el
calor me golpeó, nuevamente, y terminé tirada en el patio fuera de la Iglesia. No
pudimos quedarnos hasta el final porque el vacío de las olas tenía hora de
llegada. Un año después de ese 15 de junio de 2017 estoy aquí “intentando unir todos los segundos unos con
otros, deteniendo el flujo del tiempo. Eso es el infierno: el amor total hacia
la obra divina que se desvanece”.
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