lunes, 3 de noviembre de 2014

Birras y sardinas: La Sardina Firenze

Tomarme una tercio y comer sardina frita son algunos de los manjares que nunca me hubiese planteado degustar en conjunto, y menos luego de una clase de escalada. Pero aquella noche del viernes el enigmático lugar al que algunos le dicen “la sardina” se materializaría ante nuestros ojos.
La Sardina Firenze es un bar ubicado entre la calle Cecilio Acosta del municipio Chacao y la avenida Francisco de Miranda. Cuando llegamos entramos por unos segundos, vimos que estaba lleno y en nuestro rápido paneo no detectamos a una sola mujer. Todos hombres cuarentones y uno que otro joven.
Lu y yo esperamos por unos segundos en la acera mientras Javier buscaba las birras. Por suerte unos señores nos hicieron un lugar en la barra y pudimos entrar nuevamente. No faltaron las miradas curiosas con un dejo de festividad o tal vez burla.
El lugar es pequeño, ruidoso y feo. Así que me encantó desde el primer momento. El aroma a cebada, cigarrillo y sardina frita impregnaba el local. La música estridente obligaba a hablar más alto así que al final lo que escuchabas era un gran murmullo que no atormentaba.
El bar está formado por un pequeño pasillo, de un lado hay algunas mesas y al otro está la barra, donde con algo de dificultad puede pasar una persona. El mostrador tiene una vieja caja registradora y está decorado con botellas de cervezas de otras latitudes, el famoso gato de la suerte (si, el japonés que saluda) y algunos de los primeros celulares que existieron. Al fondo reposan un montón de cajas de cerveza y creo, porque no alcancé a ver bien, unas máquinas traga monedas, el lavamanos está en el pasillo, y, sorprendentemente, el baño estaba limpio.
Cuando trajeron nuestras tres birras y el pequeño plato con las tres sardinas no lo podía creer. Me causó demasiada gracia. Las sardinas grandes y regordetas estaban en su punto de sal. Y si no te gusta el aceite prepárate porque tus dedos quedarán brillantes de manteca. Otro desafío son las diminutas espinas.
Algunos tips que aprendimos de Javier para comer sardinas de la manera más sencilla fueron: primero te comes la cola, luego la boca y finalmente aprietas con tus dedos, de lado y lado, el cuerpo alargado del pescado para que la carne comience a salir. Lo que queda es saborear las sardinas y confieso que la combinación con la cerveza no es tan mala.
A pesar de ser un botiquín, establecimiento modesto en donde se expenden bebidas alcohólicas, la cerveza no es la más barata que me haya tomado pero la excelente atención lo compensa.  No se nos había acabado la bebida cuando el mesonero sonriente ya nos estaba trayendo otra. Entre el bullicio, eso se agradece.
Si uno busca en Google La Sardina Firenze aparece en uno de los comentarios de la lista de las 101 cosas para hacer en Caracas antes de morir (RENOVADA) del blog Caracas ciudad de la furia, un usuario insiste que sea incluido este lugar. También Sumito Estevez, chef venezolano, ha twiteado sobre este bar. Y hasta un estudiante de periodismo le dedicó una crónica, donde pude recoger el dato de que el local tiene más de cincuenta años de fundado. Imagínense.
Ir al bar de La Sardina Firenze fue toda una aventura. Así que repetiré. Y no se preocupen chicas porque transcurridos unos minutos de nuestra llegada se hizo presente nuestro género. Eso sí, esto es solo para guerreros, saldrás con más omega 3, y adiós pena porque no pasarás desapercibido.


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