jueves, 31 de octubre de 2019

Septiembre 2019



En septiembre acogí un temporal. Las gotas podridas me salpicaron. Mi abuela conmigo ayudándome a cruzar la calle, yo con mi miedo y mis pies hinchados que no entran en los zapatos,  ella deteniendo los carros. La vi en sueños junto a su casa, las demandas de la gente, los baños, el vómito y el agua sucia.

Me refugio en Antonia Palacios con su Viaje al Frailejón, París y tres recuerdos y su poesía. Anoto frases que me guían en este remolino. Intento verbalizar lo que voy aprendiendo del ecofeminismo y voy a parar al lado de una comadre de colores indígenas, sabia, llana, purpura,  mujer. Gritamos por la vida de la Amazonia en la movilización mundial por el clima y me preparo para ir hasta ella verde, frondosa, saqueada, mujer en el estado Bolívar.

Durante este mes me olvido del recogimiento y todo lo que llega de afuera lo acojo. Cómo encontrar un equilibrio. Cómo no terminar aturdida. Cómo elegir. Cómo iba a dejar de escribir este mensuario.

“Lo único que hacemos es aceptar la ráfaga, pero esa aceptación mide el ritmo y hasta lo desorienta”,  así es Ida Gramcko y puede que necesite desorientarme para volver a mí, pero tengo que tener cuidado.

Se asoma algo a través de la crisálida, apenas puede moverse, es precisa la calma.

Voy caminando como una fe de invierno que va hacia la primavera.





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