domingo, 2 de junio de 2019

Querida Majo




Te imagino caminando en Perú, pensando que hace apenas unas semanas atrás había muerto tu padre y estabas aquí en Venezuela enterrándolo. Te imagino con la mirada sumergida entre tanto recuerdo. Te escucho diciéndome: “Pues bebé, es muy difícil recalcular el camino. Es un hueco enorme que siento y sentimos en casa. Ni siquiera me han salido palabras para escribir algo lindo”. Y continuas contándome: “(…) Mi papá venía de un proceso de recuperación lento pero seguro, y se le mezclaron dos cosas que le causaron esto, así que no estaba previsto en el panorama todavía. Menos cuando ya había superado el cáncer y todo”.

No estaba previsto.

“La vaina es que el cuadro se manifestó de golpe y mi papi no aguantaba una diálisis. Ni iba a aguantar y tampoco la quería, y eso lo repitió muchísimas veces. Así que bueno, nos dejó demasiado amor y ahora tenemos que ver cómo hacemos con él”.

Demasiado amor.

Sigues caminando. Ahora me cuentas emocionada que encontraron una nota de voz en el celular de tu papá. Era para tu madre. “Su aniversario fue el 22 de marzo, él había grabado la nota de voz el 2 de marzo. Súper hermosa. La tenía escondida en un programa que ni siquiera mi hermano abre (…). Y ayer la estuve jorungando, la descubrí, se la puse a mi mamá y eso fue como un bálsamo. Vainas raras”.

Vainas raras.

Solo puedo responderte un “guao” y hacer eterna nuestra última conversa.

Yo quiero contarte de la vez que fuimos a la Venezuela de Antier, nos vestimos con faldas y bailamos en una tarima. De cuando nos tomamos fotografías dentro de una churuata indígena y subimos a un Diablo Danzante de Yare descomunal. O como me gusta cuando me llamas prima. ¿Te acuerdas del enlace con la hermana Valdiza que me habló de la situación de los warao en Brasil por allá en 2017? ¿Y de todas las veces que me dijiste que me fuera a Brasil, “allá puedes trabajar con los indígenas”? Tú sabes que  siempre admiré tu trabajo con los migrantes haitianos en Manaos, y que se me aguó el guarapo cuando me dijiste que fue muy fuerte para ti trabajar con migrantes venezolanos en Perú. Te deprimiste. Qué triste te sentías al escuchar las historias de nuestros hermanos.

¿Recuerdas esta foto con ese mazacote amarillo? Fue cuando fuimos al Mercado Peruano que colocan todos los domingos en Quebrada Honda, aquí en Caracas. Ya sé que a todo el mundo le gusta La Causa, un plato típico de aquellas tierras, pero ya sabes que yo la detesté, y cómo te reíste aquel día cuando lo bautizamos “la causa perdida” y me lo tuve que tragar para no perder la plata. Tú si lo disfrutaste y aquí sales gloriosa con tu plato.

La causa perdida.
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Te imagino caminando en Perú, pensando que hace apenas unas semanas atrás había muerto tu padre y estabas aquí en Venezuela enterrándolo. Te imagino con la mirada sumergida entre tanto recuerdo. Estás cruzando una de las avenidas, ahora sientes como te elevas por los aires. Por unos segundos eres nube, viento, vuelo, sol, canción. Por unos segundos. Tu cabeza de lluvia se derrama sobre el suelo de cemento que tanto cambiaste por caminos de tierra, de selva, de montaña. Una moto. Ahora todos nos enteramos y un susto se nos queda metido en el pecho. Tus ojos permanecen cerrados, nada más. Dos días pasan, nada más. Tú ya no dices nada más.

No estaba previsto. Demasiado amor. Vainas raras.

El 7 de mayo  yo me montaba en un camión para sumergirme en las montañas de silencio mientras tú te morías. Me enteré 11 días después cuando regresé. Ese día no lloré. Solo pensé que la última vez que hablamos fue el 26 de abril y releí el post que le hiciste a tu papá y el estribillo de la canción que tanto le gustaba: “Conocerte fue mejor porque tu brillas más que el sol, eres una en un millón”.

Quien diría que migrarías a Perú y que precisamente allá te perderíamos. Pero cuánto ganaron los peruanos que por estos días muchos medios titulan que una venezolana,  María José Álvarez Niño salvó a cinco de ellos: les donaste tus órganos. Majo, aún después de muerta, sigues dando vida. Ahora hay un pedacito tuyo en cada una de esas personas. ¿Recuerdas que siempre me preguntabas por “El Majarete”? Pues ahora estás en una de las entradas de este blog que tanto te gustaba leer. 

No, la causa no está perdida.

Conocerte ha sido lo mejor.




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