Te imagino caminando en Perú, pensando
que hace apenas unas semanas atrás había muerto tu padre y estabas aquí en
Venezuela enterrándolo. Te imagino con la mirada sumergida entre tanto
recuerdo. Te escucho diciéndome: “Pues bebé, es muy difícil recalcular el
camino. Es un hueco enorme que siento y sentimos en casa. Ni siquiera me han
salido palabras para escribir algo lindo”. Y continuas contándome: “(…) Mi papá
venía de un proceso de recuperación lento pero seguro, y se le mezclaron dos
cosas que le causaron esto, así que no estaba previsto en el panorama todavía.
Menos cuando ya había superado el cáncer y todo”.
No
estaba previsto.
“La vaina es que el cuadro se
manifestó de golpe y mi papi no aguantaba una diálisis. Ni iba a aguantar y
tampoco la quería, y eso lo repitió muchísimas veces. Así que bueno, nos dejó
demasiado amor y ahora tenemos que ver cómo hacemos con él”.
Demasiado
amor.
Sigues caminando. Ahora me cuentas
emocionada que encontraron una nota de voz en el celular de tu papá. Era para
tu madre. “Su aniversario fue el 22 de marzo, él había grabado la nota de voz
el 2 de marzo. Súper hermosa. La tenía escondida en un programa que ni siquiera
mi hermano abre (…). Y ayer la estuve jorungando, la descubrí, se la puse a mi
mamá y eso fue como un bálsamo. Vainas raras”.
Vainas
raras.
Solo puedo responderte un “guao” y
hacer eterna nuestra última conversa.
Yo quiero contarte de la vez que
fuimos a la Venezuela de Antier, nos vestimos con faldas y bailamos en una
tarima. De cuando nos tomamos fotografías dentro de una churuata indígena y
subimos a un Diablo Danzante de Yare descomunal. O como me gusta cuando me
llamas prima. ¿Te acuerdas del enlace con la hermana Valdiza que me habló de la
situación de los warao en Brasil por allá en 2017? ¿Y de todas las veces que me
dijiste que me fuera a Brasil, “allá puedes trabajar con los indígenas”? Tú
sabes que siempre admiré tu trabajo con
los migrantes haitianos en Manaos, y que se me aguó el guarapo cuando me
dijiste que fue muy fuerte para ti trabajar con migrantes venezolanos en Perú. Te
deprimiste. Qué triste te sentías al escuchar las historias de nuestros
hermanos.
¿Recuerdas esta foto con ese mazacote
amarillo? Fue cuando fuimos al Mercado Peruano que colocan todos los domingos
en Quebrada Honda, aquí en Caracas. Ya sé que a todo el mundo le gusta La
Causa, un plato típico de aquellas tierras, pero ya sabes que yo la detesté, y
cómo te reíste aquel día cuando lo bautizamos “la causa perdida” y me lo tuve
que tragar para no perder la plata. Tú si lo disfrutaste y aquí sales gloriosa
con tu plato.
La
causa perdida.
+++
Te imagino caminando en Perú, pensando
que hace apenas unas semanas atrás había muerto tu padre y estabas aquí en
Venezuela enterrándolo. Te imagino con la mirada sumergida entre tanto
recuerdo. Estás cruzando una de las avenidas, ahora sientes como te elevas por
los aires. Por unos segundos eres nube, viento, vuelo, sol, canción. Por unos
segundos. Tu cabeza de lluvia se derrama sobre el suelo de cemento que tanto
cambiaste por caminos de tierra, de selva, de montaña. Una moto. Ahora todos
nos enteramos y un susto se nos queda metido en el pecho. Tus ojos permanecen
cerrados, nada más. Dos días pasan, nada más. Tú ya no dices nada más.
No
estaba previsto. Demasiado amor. Vainas raras.
El 7 de mayo yo me montaba en un camión para sumergirme en
las montañas de silencio mientras tú te morías. Me enteré 11 días después
cuando regresé. Ese día no lloré. Solo pensé que la última vez que hablamos fue
el 26 de abril y releí el post que le hiciste a tu papá y el estribillo de la
canción que tanto le gustaba: “Conocerte fue mejor porque tu brillas más que el
sol, eres una en un millón”.
Quien diría que migrarías a Perú y que
precisamente allá te perderíamos. Pero cuánto ganaron los peruanos que por
estos días muchos medios titulan que una venezolana, María José Álvarez Niño salvó a cinco de
ellos: les donaste tus órganos. Majo, aún después de muerta, sigues dando vida.
Ahora hay un pedacito tuyo en cada una de esas personas. ¿Recuerdas que siempre
me preguntabas por “El Majarete”? Pues ahora estás en una de las entradas de
este blog que tanto te gustaba leer.
No, la causa no está perdida.
Conocerte ha sido lo mejor.
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