A un muchacho le quitaron sus ojos.
“Tenemos hambre y estamos cansados de cocinar con leña”, por
eso protestaban él y su madre.
A un muchacho le quitaron sus ojos.
“Un policía le disparó primero; otro lo remató cuando estaba
en el suelo”.
A un muchacho le quitaron sus ojos y lo dejaron en la
oscuridad infinita.
Táriba llora con cuencas huecas.
A un muchacho le quitaron sus ojos y a nosotros nos obligaron
a ver más, nuevamente, cómo el odio que se apodera de nuestro semejante, impulsa
a apuntar a la cara, a apretar el gatillo, a ver la máscara de sangre que cubre
el rostro del muchacho, a correr en busca del próximo.
A Rufo Antonio Chacón, 16 años, le quitaron sus ojos y ya no
quiere vivir.
El gobierno lo ve con ojos de muerto.
No hay consuelo.
“Nadie le devolverá a los ojos a mi hijo”.
Exigimos derechos.
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