miércoles, 25 de diciembre de 2019

Noviembre 2019


Y yo me pregunto si una puede parir menstruando, si puede haber nacimiento sin dolor, si la felicidad anestesia los calambres que mensualmente se alojan en el vientre. Y veo a mi hermana delante con su barriga frondosa, y a mi prima en sus trabajos de parto, y a la sacerdotisa de la carta del tarot sentada en su huevo anunciándome desde hace tres años que algo se está incubando, y a mi abuela entre el público cumpliendo un año y tres meses de muerta, y me veo a mí, sentada a mí, sentada ahí ese 26 de noviembre, casi en la esquina, con la mirada baja, escuchando, ahí, justo ahí, respirando, nerviosa, me veo a mi pariendo un libro.

Y el canto del Joa warayaja (espíritu sanador de dolores) se aloja en mi garganta oscura y suena la maraca y llueve y al final del día me viene la fiebre, el dolor de cabeza, el escalofrío, el cansancio. Y veo a la fiebre al dolor de cabeza al escalofrío al cansancio y les digo que me tomo un té, que me acuesto, que me arropo, que me duermo, que reposo, que no veo más fotos de muertos, que no escucho más malas noticias, que no, que esta semana no quiero salir a la guerra porque ando encandilaba con tanta decadencia.

Vuelvo a la gruta.

Estoy sentada junto a un libro que tiene las alas abiertas. Sentada para decir que estuve y luego desaparecer. Y estas palabras que he escrito son mías muy mías pero se van. Y lo de adentro se queda conmigo.

Entonces cuando creo que ya nació, vuelve otra vez, inmediatamente, la sensación de semilla. ¿No eras lo que traía dentro el huevo de la sacerdotisa y si no lo eras por qué no acabas de volar? ¿Acaso no naciste con alas? Y ahí está en el escenario la Epifanía del Cangrejo, que me revela, anuncia, acompaña:

terminemos y salgamos con la proeza en el alma con la seguridad de que aquí durante este tiempo compartido ocurrió al fin
no es poco percibir el canto de la epifanía en el alma
conserven el tesoro que acabamos de encontrar.

Una peregrina del páramo desierto arranca para hacer crecer de nuevo: “Les digo qué me pasa. Si me da por tener fe no hay quien me pare. La fe hace que me dé cuenta de muchísimo. La fe hace entender”. Una peregrina sopla y se esparcen las semillas.

Que sigan madurando.

Asisto aun nuevo nacimiento.


No hay comentarios: