Y
yo me pregunto si una puede parir menstruando, si puede haber nacimiento sin
dolor, si la felicidad anestesia los calambres que mensualmente se alojan en el
vientre. Y veo a mi hermana delante con su barriga frondosa, y a mi prima en
sus trabajos de parto, y a la sacerdotisa de la carta del tarot sentada en su
huevo anunciándome desde hace tres años que algo se está incubando, y a mi
abuela entre el público cumpliendo un año y tres meses de muerta, y me veo a
mí, sentada a mí, sentada ahí ese 26 de noviembre, casi en la esquina, con la
mirada baja, escuchando, ahí, justo ahí, respirando, nerviosa, me veo a mi
pariendo un libro.
Y
el canto del Joa warayaja (espíritu sanador de dolores) se aloja en mi garganta
oscura y suena la maraca y llueve y al final del día me viene la fiebre, el
dolor de cabeza, el escalofrío, el cansancio. Y veo a la fiebre al dolor de
cabeza al escalofrío al cansancio y les digo que me tomo un té, que me acuesto,
que me arropo, que me duermo, que reposo, que no veo más fotos de muertos, que
no escucho más malas noticias, que no, que esta semana no quiero salir a la
guerra porque ando encandilaba con tanta decadencia.
Vuelvo
a la gruta.
Estoy
sentada junto a un libro que tiene las alas abiertas. Sentada para decir que
estuve y luego desaparecer. Y estas palabras que he escrito son mías muy mías
pero se van. Y lo de adentro se queda conmigo.
Entonces
cuando creo que ya nació, vuelve otra vez, inmediatamente, la sensación de
semilla. ¿No eras lo que traía dentro el huevo de la sacerdotisa y si no lo
eras por qué no acabas de volar? ¿Acaso no naciste con alas? Y ahí está en el
escenario la Epifanía del Cangrejo, que me revela, anuncia, acompaña:
terminemos
y salgamos con la proeza en el alma con la seguridad de que aquí durante este
tiempo compartido ocurrió al fin
no
es poco percibir el canto de la epifanía en el alma
conserven
el tesoro que acabamos de encontrar.
Una
peregrina del páramo desierto arranca para hacer crecer de nuevo: “Les digo qué
me pasa. Si me da por tener fe no hay quien me pare. La fe hace que me dé
cuenta de muchísimo. La fe hace entender”. Una peregrina sopla y se esparcen
las semillas.
Que
sigan madurando.
Asisto
aun nuevo nacimiento.
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