Estoy sembrada de islas. Cada una se gobierna.
Lo único que las une son estas aguas a veces tranquilas, otras turbulentas.
Aguas dulces, saladas, calientes, frías. Por las mañanas salgo y recorro mis
islas. Camino por las arenas de la autoexigencia, la culpa, la competencia, los
celos, la vergüenza. Cruzo a la otra orilla. Lo hago en curiara porque no sé
nadar. Me adentro en el ramaje de un bosque. Acaba de llover y las gotas se
deslizan desde las hojas hasta mi cuerpo. En este bosque la energía erótica que
me envuelve invita a la creación. De una isla a otra transcurren los días. El
miedo a caer en el agua es permanente. Una vez casi pasa. Me rescató una
ballena. La onda de agua que provocó cuando salió a la superficie fue tan sutil
que enderezó la embarcación. Pronto
llegará el día en que tenga que sumergirme. No habrá ballenas ni leones marinos
ni delfines que puedan ayudarme. “¿Acaso no has empezado a hacerlo? Mira tus
piernas”, dice la voz de una de las islas.
Miro mi cuerpo. Es verdad. Huelo a sal, el agua me llega a las rodillas,
los peces hacen círculos en mis tobillos, un caracol en mi oído intenta decirme
un secreto de luz y viento. ¿Cuándo
pasó? “Han sido años, faltan más”, vuelve la voz. ¿Cuántos? “Más”.
Qué gaviota fugaz me distrae del propósito.
Me pierdo en sus alas.
Anoche soñaba que un hombre me disparaba siete
veces. Morí. Pronto vinieron dos activistas a rescatarme, me colocaron dos
vías: una en mi cadera izquierda, otra en la parte de atrás de mi rodilla
derecha. Cuando recobré la consciencia arranqué el conducto de la pierna. La
sangre salpicó.
¿Qué cosa muere en mí? ¿A qué me resisto?
“Vuelve
a sumergirte, aprende a nadar”, exige una isla. “No te presiones, ve a tu tiempo,
todo se integra, ve ligera”, dice la otra.
Ya no puedo andar entre las gentes
con esta ciencia de jaulas invisibles.
Construiré un puente de sal,
uniré estas islas.
Pondré un faro en el centro,
el sí mismo me guiará.
Las islas se levantarán
como castillos arruinados
y me sonreirán.
Tomaré una rama,
escribiré en la orilla
el mensaje de los líquenes.
Ofreceré mi piel de serpiente
como sagrado despojo.
(Collage: "Sybill", 26 de abril 2020. Minerva Vitti)
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