Junio
me montó en su lomo, desplegó sus alas y comenzó a volar.Me agarré fuerte de
las riendas pero no tuve cuidado con el cuerno que salía de su frente.El viento
me despeinó y una humareda de polvo me envolvió cuando caí y raspé mis
rodillas. Galopando sobre mi caballo de nubes.Mi vida delante de mí. Galopando.
Mi vida detrás de mí.
Una
semana en un lugar y la siguiente en otro. Caminé buscando los signos
cotidianos, los gestos de la costumbre, mis rutinas. No los encontré. En el
viaje mi cuerpo sintió los cordonazos, me abandonó.
Es
tan difícil procurarse silencio y quietud interior con tanto movimiento,
pensaba, y a las horas el ritmo me llamaba y ya estaba envuelta de nuevo en la
danza roja, diabólica. “Soy como una bandera con sed de lejanías” (leo a Rilke)
Qué difícil es comprenderme.
Con
todo y eso pude leer mucho, aunque casi me vuelvo loca con “La mujer rota” de
Simone de Beauvoir. ¿Acaso yo también estoy rota, rasgada, quebrada? Soy tantas
y a la vuelta me desvanezco con el viento que muelen las alas del molino. El
mismo viento gentil que planea mi caballo.
Ando
por los caminos empinados cubierta con mi férula. Que no lo puedes hacer todo,
que las personas en quienes creía tienen más sombras que luces, que igual los
quiero seguir acompañando, escribiendo, contando. Que las causas no son románticas
y traen consigo muchas contradicciones.
No
interfieras en los procesos de la gente (Pero es que se van a dar un coñazo
contra la pared) No te metas (¿Cómo negocian con el opresor sin salir lastimados?)
Camino
por un túnel natural formado de raíces: el suelo, las paredes, todo envuelto en
raíces profundas. Nadie las ve. Diez mujeres aymaras danzan. Me acerco. Voy
vestida con una camisa seria de uniforme y una falda amplia de colores. De mi
cuello cuelgan unas llaves. Comienzo a bailar. Mi falda se cae, desnuda mis
piernas, me detengo, la ajusto a mi cintura con un prendedor y vuelvo a la
danza.
Sabio
junio. Augurio de contradicciones. Uniforme y falda de colores. ¿Cómo negocian
con el opresor sin salir lastimados? Batallando enrededados en sus raíces. ¿Cómo
encuentro los signos cotidianos? Viajando con arraigo. Mujer rota, ¿dónde está tu
cuerpo? Aun no lo encuentro.
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