Extiendo mi manta para meditar. Estoy rodeada de tiras de papel. Son los
vestigios de los días de gripe. No me concentro en nada distinto a los collages.
Si leo no retengo, si escribo son solo frases sueltas que emergen del silencio.
Afuera todo sigue igual, pero adentro, aquí adentro mi mente suda. No hay
olores ni sabores, solo extremos dulces, salados, ácidos, agrios. Como por
deber, todo me sabe a nada ¡Lo que daría por volver a la turbación que me
produce el olor a tabaco del vecino! Mi mente me procura una sensación de
liviandad con bloques de cemento en la cabeza y un zumbido de mar junto a mi
oreja.
Anoche profané la rutina: me quedé hasta la madrugada viendo Anne con E. Devoré
los últimos seis capítulos de la serie. Lloré como a quien se le muere un amigo.
Me hallé en El idioma de las flores, la carta final, el vestido azul, los niños
indígenas secuestrados por el gobierno y la religión, las mujeres de coronas
floreadas danzando alrededor del fuego, el periódico de Avonlea, cuando
pretendieron cortar alas. Volé montada en Belle. Guardé una frase incómoda en
mi corazón “me parezco a mi madre”. La escritora es canadiense, los más
cercanos saben lo que significa Canadá para mí. La serie es una adaptación de
Ann de los techos verdes… Una niña huérfana que…
Hace una semana un escarabajo color miel murió en la manta donde medito.
Sus patitas quedaron enganchadas en la lana. No tenía cabeza. Intente mirar por
el agujero, solo era cascaron vacío. Lo coloqué junto a tres mariposas. Cerca
de ellas están el escarabajo y el grillo.
La memoria es el sustrato del alma. Las palabras brotan como caudal pero
cuál es la fuente, de dónde viene todo esto que siento, pienso, experimento.
Cuál es mi mito personal. Existe en el fondo del sujeto un pozo inagotable. El diario puede ser un ejercicio para
ordenarse existencialmente, organizar la propia vida, la propia consciencia.
No puedo dejar de llorar, es como si toda la gripe que llevo dentro
quisiera salir. Terminó Anne con E… Aun no digiero. Me aprieto al pecho de I. ¿Quién
murió, quién murió?, le pregunto. Cuando afuera pasa la bandada de loros mi
casa se estremece, el alma sigue aquí.
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