jueves, 12 de noviembre de 2009

Jellicle Cats! La gata Grizabella.

Admito que no soy muy fanática de los musicales, llega un punto en que las canciones me empalagan, me desesperan. En cambio, casi siempre estoy pendiente de los vestuarios, la escenografía y las coreografías. El miercoles una invitación me sorprendió: "Mine, vamos a ver Cats". Yo quería ir pero las entradas estaban muy caras. ¿Si lo disfruté? Mucho. ¿Si me empalagué? Un poco. Sin embargo hubo una parte del musical que me encantó y una canción que me conmovió profundamente:

Jemima
Luz de luna
Mira hacia la luz de la luna
Deja que tu recuerdo te guie
Abre, y deja que entre
Y si encuentras ahí el significado de lo que es felicidad
entonces una nueva vida comenzará

Luz del día, mira el rocío de los girasoles
y una rosa que se desvanece
las rosas se desvanecen
como el girasol, añoro el mirar al amanecer
estoy esperando al día

MUNKUSTRAP:
Ahora el el viejo deuteromio, justo antes del amanecer
a través de un silencio que sientes que podría cortar como un cuchillo
Anuncia el gato que puede ahora renacer
y volver a una vida Jellicle diferente

GRIZABELLA:
Recuerdo, mira hacia la luz de la luna
Deja que tu recuerdo te guie
Abrem deja que entre
Y si encuentras allí el significado de lo que es felicidad
entonces una nueva vida comenzará
Recuerdo, sola a la luz de la luna
Puedo sonreir a los viejos tiempos
era hermosa entonces
Recuerdo los tiempos en que sabia lo que era felicidad
Deja que el recuerdo vuelva a vivir
quemados los restos de los dias nublados
El seco frío huele a la mañana
La farolas mueren, y otro día a acabado
Otro día amanece
Luz de dia, debo esperar al anochecer
Debo pensar en una nueva vida
No debo de conseguirla
Cuando llego el amanecer esta noche solo será un recuerdo
y una nueva vida comenzara

JEMIMA:
Luz del día, a traves de los árboles en verano
Farsa que no acaba nunca

GRIZABELLA y JEMIMA:
Como una flor cuadno acaba el amanecer

GRIZABELLA:
El recuerdo se marchita
Tocame, es fácil abandonarme
Sola con mis recuerdos
de mis días al Sol
Si em tocas entenderás lo que es la felicidad
Mira, un nuevo día empieza

martes, 10 de noviembre de 2009

Nuestra tesis: El Circo sobre el lienzo. Retrato del colectivo circense en Venezuela

El día de la entrega en los jardines de la Universidad Católica Andrés Bello.

Si volteo lo encuentro a él, al Circo


De mi primer encuentro con el circo recuerdo el olor a heces de un elefante. Nada bonito. Pero si me preguntaran a qué huele el circo tendría una respuesta. En mi mente guardo el recuerdo de mi papá y yo subiendo por las rampas del estacionamiento de Maxis. Luego me veo sentada en las tablas, nada cómodas, dentro de la carpa. También recuerdo que tenía que levantar una nalga cada cinco minutos, como dolía aquello, la huella de aquel malestar era la hendidura de la tabla marcada en mi trasero. Me atragantaba de cotufas, todo estaba iluminado con luces de muchos colores y ya no recuerdo más.
Años después veía los espectáculos de circo en Ruge Manía, un programa para niños que transmitía el canal de La Colina, cómo olvidar a los Hermanos Valentinos con su bendita escuelita y el atormentante “No sabe, no sabe”. Mi abuela gritaba: “Cambia el canal que eso retrasa a los niños”. Gracias a Dios no hizo tanto efecto.
Mi siguiente encuentro con el circo fue cuando llevé a una patrulla de niños de un plan vacacional. Recuerdo que el circo estaba en la terraza del CCCT. ¿Un espectáculo? Un hombre haciendo telas. Definitivamente de las heces del elefante a la actualidad algo cambió.
Ahora: Cirqueros en los semáforos, Sabana Grande, la Plaza de los Museos y en el Nuevo Circo. Ahora los veo en todas partes, incluso cuando no hacen su trabajo. Puedo ir en un vagón del metro y mirar como entran, se sientan y conversan. Puedo esperar un bus y detectar cuando llega uno de ellos. Puedo estar en el cine y ver como aparecen en un comercial del Centro de Arte La Estancia.
Lo veo en todas partes. Si. Como un enamorado. Y es que me he enamorado del circo. De su rareza, de su exhuberancia, de su ánimo, de su altura, de su alegría, de sus tropiezos, de sus caídas. Que por qué hice una tesis del circo de Venezuela. Porque me parece que ellos desde su arte aportan mucho a la sociedad, son capaces de sacar una sonrisa en momentos dolorosos, son capaces de trasladarte a otro mundo sin salir del planeta Tierra, son capaces de alejar a alguien de las drogas, de la delincuencia, y era necesario realizar un documento que recogiera todas las experiencias del circo venezolano, era necesario hacer y escribir su memoria.
Esta tesis me ha permitido conocer su evolución, estar en contacto con su gente, vivir sus alegrías y temores. Puede ser que a veces me sienta cansada, que no sepa por dónde empezar a contar, que la musa se vaya corriendo. Pero solo tienen que pasar unos minutos para estar ahí, de nuevo en el espectáculo donde todo cansancio se olvida. Y me vuelvo a enamorar y si volteo lo encuentro a él, al circo, colgado de un trapecio haciéndome un guiño, entonces escribo. No hay otra razón.

domingo, 8 de noviembre de 2009

¡Mesa para 6!: O'Caldino, algo más que comer


Comer ya no es un ritual que se realiza exclusivamente con amigos, compañeros de trabajo, familia, o incluso, solo. Aquí no. Además de los acompañantes que lleves, el azar o más bien O' Caldiño te pondrá a comer con personas desconocidas. Este escondite culinario se encuentra en la Candelaria y la bienvendida son unas escaleras donde se forma una larga cola. Motorizados, oficinistas, policías, estudiantes, cirqueros. Todos esperan su turno mientras sus estómagos orquestan la melodía del hambre. Arriba las mesas. Los que llegaron temprano bajan las escaleras con la panza llena. Otros bajan con sus bolsas de comida para llevar o que no alcanzaron a devorar.
En todo el lugar resuena una voz: "¡Mesa para dos!" 12:13 pm. La fila es larga. Incluso dos invidentes con su paso lento suben las escaleras. Este podría ser cualquier día.
En las mesas sólo hablan los que se conocen. Viene una mesera morena que viste un delantal con figuritas anaranjadas y verdes. Tiene un jeans y un top de rayas marrones. En sus manos dos platos de sopa que coloca sobre la mesa. Al rato vuelve y trae una hoja con el menú del día, que casi siempre es el mismo: milanesa, papas al vapor, pasta, PAELLA...
—Me das unas papas al vapor y me le pones mojito—dice un comensal que visita el restaurant desde hace dos años.
—A mi una paella—dice otra persona.
Antes del plato fuerte y después de la sopa, sirven una ensalada que puede ser pasta con pesto o zanahoria y repollo rayado, y una jarra gigante de Nestea, infiniiita, para tomar hasta explotar. El postre: una gelatina. Y lo mejor el precio, 20 bolos.
Mientras tanto el dueño del local corre de un lado a otro. Rara vez sonrie. Hoy lleva una camisa verde, pantalones negros y un delantal. Cuando alguién cumple años se ponde su gorro de cocinero y al son de un cucharon que golpea contra una olla canta: Cumpleaños Feliz... De fondo la pista musical que nos ha acompañado desde chamitos. Al final, aplausos de conocidos y desconocidos. Y helado para el cumplañero y sus acompañantes.
O' Caldiño no da entrevistas. La razón: la dejo a su imaginación y luego me comentan. En la paredes del local hay varios retratos de un O'Caldiño más joven que posa al lado de artistas o algunos de los rostros inolvidables del acontecer nacional como Renny Ottolina.
—Para llevar por favor— solicita un comensal.
—¡Mesa para seis!—grita O' Caldiño.
La cola continúa avanzando. Otros siguen bajando con la panza llena y la mano su gelatina que no alcanzaron a comer.