“El
vientre barre cenizas de susto”
(Humberto Ak’abal. Poeta Maya.
Guatemala)
Amazonía es tu cuerpo botín de guerra. Hoy
tus brazos mutilados arden en llamas hasta olvidar que fueron árboles
milenarios. ¿Cuánta poesía se pierde en tus hojas derramadas? Libro verde. Casa
habitada. Cualquiera que viva en tus venas de agua se vuelve pájaro, tigre,
palmera, indígena, campesino, ribereño, sueño, mito. Tú sientes cuando el
foráneo te lame, saquea, manosea. Minero, cauchero, maderero, traficante, presidente,
violador, mal espíritu, enfermedad. Ahogados de espanto huyen animales
imposibles, mueren especies desconocidas, arde la humanidad. No hay refugio. Tu
vientre se seca, sus paredes son color sangre. Tú, Amazonía, que te supones
vital para contrarrestar el calentamiento global. Amazonía Brasil, Venezuela,
Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Guayana Francesa, Guyana, Surinam. No importa
tu apellido. Amazonía saqueada por la izquierda y la derecha. El humo oscuro se
ve desde el espacio y abajo los ojos ciegos ya no encuentran más constelaciones
ancestrales. ¿Cuántas lluvias para anegar tu dolor? El día del fuego se
extiende. El crimen existe. Arde América Latina y no basta rezar. Hay que
restregarse la tierra entre las manos, descender hasta el fondo donde reina el
silencio verde: la madre universal.