martes, 24 de noviembre de 2015

Ruta #17: De Macuto a Cotiza

La ruta Macuto-San José de Galipán-Boca de Tigre-Clavelitos- Cotiza es extrema, especialmente por los tipos de clima que enfrentas y porque todo el camino es de concreto. El domingo 22 de noviembre mis compañeros del curso de baja y media montaña del Centro de Excursionismo y Conservacionismo de la Escuela de Biología de la UCV (Cecobio) y yo la hicimos.
Nos encontramos a las 7:30 am en la estación del metro Capitolio y de ahí agarramos una camionetica hasta Macuto (200 bolívares el pasaje). Esta gente de montaña se coló entre los playeros y un reggaetón estridente que nos acompañó durante todo el camino. Nos quedamos justo en la parada con un letrero que decía: Jardín de Las Piedras Marinas Soñadoras, y que conducía hasta Galipán, por una carretera de concreto similar a la de Cotiza. Tomamos la respectiva foto de grupo y arrancamos. Lo que vendría aun me arde en la piel.
 Más que físico, una cuestión mental
Aun no se me olvida el primer tramo que va desde Macuto hasta la Plaza Bolívar de San José de Galipán. Algunos del grupo teníamos chequeo físico justo en esta parte caracterizada por el excesivo calor y la intensa irradiación solar. No en vano nos habían indicado que lleváramos cinco litros de agua ya que durante toda la ruta no habría dónde recargar. Aquello era caminar y caminar con el sol pasando a través de tu ropa. Su luz ni siquiera respetó el 50 de mi bloqueador solar. Por momentos me sofoqué y tuve que detenerme a tomar agua. Mientras tanto el señor Caribe nos coqueteaba y hacía que por momentos lográramos sonreír. Y es que vimos el mar durante buena parte de la ruta y esto dentro de todo nos daba fuerzas. Yo estaba embelesada, aunque luego Laura, en Clavelitos, nos diría que la mancha marrón que algunos apreciaron sobre las aguas eran excrementos. Prefiero recordar el azul.
Justo después del puesto de la Guardia Nacional todo cambió. A solo metros estaba la entrada del Museo de Piedras y ahí sentado, su fundador, el artista y filósofo Gonzalo Barrios Pérez, mejor conocido como Zóez, “quien ha consagrado su vida a investigar los fenómenos del universo, y a rescatar la belleza sublime del planeta, teniendo como hogar la Montaña Sagrada ‘Guaraira Repano’, El Avila”[1].  Su sonrisa, sus buenos días, y el verde de los árboles que ya comenzaban a aparecer me activaron. A partir de ahí había que aprovechar las rectas que te daba el camino y a la vez prepararse para las subidas abruptas de la carretera.
Comenzaron a aparecer las casas de San José de Galipán, un lugar que se remonta a “un pequeño asentamiento agrícola de inmigrantes canarios (en su mayoría) que surgió en medio de una de las antiguas trochas que comunicaban a Caracas con La Guaira a través de la montaña. Éste camino, tal como lo conocemos hoy en día, fue ampliado y mejorado para permitir el transporte de maquinarias y equipos durante la construcción del teleférico[2].
En ese sorprenderse y concentrarse transcurrió el primer tramo que pude hacer en una hora y treinta minutos, lo cual me permitió pasar el chequeo físico. Ya mi rodilla empezaba a quejarse.   
En la Plaza Bolívar de San José de Galipán fue inevitable dejar de recordar que justo el año pasado me bajaba del jeep en este mismo punto y caminaba para hacer la Ruta #5: Mausoleo del doctor Knoche con nuestro compañero Delbys López de Fundhea.
         El resto del camino hasta Boca de Tigre tuvo muchas variaciones de temperatura, algunas bajadas y nuevamente muchas subidas. Por algunos momentos sentíamos una brisa que nos daba mucho frío ya que nuestras camisas estaban empapadas de sudor. Recomendación: lleven su chaqueta. Pero la montaña siempre te premia. Esta vez el Picacho de Galipán era quien posaba y se ganaba nuestra atención.
En una parte de la ruta volteamos a la izquierda y vimos cómo habían abierto una trocha en la montaña para las labores de reparación del viejo teleférico y también observamos un pedazo de nuestro cerro que fue consumido por un incendio ocurrido precisamente por estos trabajos[3].  Una construcción que también ha dividido a los habitantes de la comunidad entre quienes quieren continuar con su actividad agrícola y los que quieren potenciar el turismo[4]. Lo cierto es que se violentó el derecho a la consulta previa y esto acarrea consecuencias humanas y ambientales. ¿Qué deben hacer los galipaneros? Queda el debate.
Durante la ruta no faltaron las miradas indiscretas de las personas que pasaban en los jeep y una que otra frase lanzada al aire: “¡Te falta poco!” “¡Nooo, esos van relajados!”. En realidad íbamos sudando la gota gorda pero en mi caso feliz. La montaña es mi momento de oración.

Una ruta ruda hasta el final
Pasada la una de la tarde llegamos a Boca de Tigre. Aquí aprovechamos para almorzar y recargar energías. Aquí encuentras algunos merenderos y las cachapas son muy buenas.  En este punto también puedes seguir hasta el Picacho de Galipán, que tiene una altura de 1978 m.s.n.m. y es el que más sobresale de la cordillera al mar y desde donde se puede apreciar casi el 70% del litoral varguense. Sobre esta travesía ya les eché el cuento en la Ruta #8: Picacho de Galipán (con 5 kg).
  Luego de la consigna “morrales arriba” arrancamos. Nuestra ruta inicial era por la Fila del Ávila, Pinabetes, Los Venados y Cotiza, pero el recorrido fue modificado por razones de tiempo y bajamos hacía Clavelitos y de ahí hasta la parada de jeeps de Cotiza.
En esta parte hay que tener mucho cuidado con los carros, ya se los había comentado en la Ruta #2: Primer entrenamiento para el Pico Naiguatá. Algunos conductores van como en una autopista y te lanzan los vehículos. También hay que ser muy cuidadoso con el camino. No les miento, todo es una eterna bajada de concreto/destruye rodillas. Bajen a su ritmo y si tienen un palo, que puede ser de escoba, un pedazo de rama o bastones de trekking, muchísimo mejor. Lo bonito de esta parte es que en el puesto de guardaparques de Clavelitos puedes comerte un heladito y que vas viendo cómo la ciudad te va dando la bienvenida.
Este día hicimos la V invertida  del Ávila, llegamos a Cotiza y nos recibió un chaparrón. Un cambio abrupto comparado con un caluroso inicio, quizás un premio, después de siete horas caminando con el sol penetrante del Caribe. Esta ruta nos retó en cada segundo y me hizo pensar en porqué la montaña me da paz. Luego Pablo Borjas von Bach[5], un montañista con más de 20 años de experiencia y muchas cumbres, nos regalaría esta frase en su presentación sobre planificación y organización de expediciones:

“Las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición de logros, son las catedrales donde practico mi religión. Yo voy a ellas como las personas van a la oración. Desde sus majestuosas cimas veo mi pasado, sueño el futuro y, con una inusual agudeza, experimento el momento presente. Mi visión se aclara, mis fuerzas se renuevan. En las montañas yo celebro la creación. En cada viaje (a ellas) nazco de nuevo”. (Anatoli Bukréyev)

En cada viaje a ellas nazco de nuevo.




[1] http://www.galipan.net/museo/index.php
[2] http://www.explorandorutas.com/galipan.html
[4] http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/151108/galipan-cable-a-tierra
[5] http://www.huellasaventuras.com.ve/guiashuellasaventuras.html

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