domingo, 11 de mayo de 2014

Fundación Proyecto Maniapure- Telemedicina: Salud al alcance de todos

Comparto con ustedes un reportaje que hice en noviembre de 2012 para la revista Cavecol. Volví a releer está experiencia y considero justo y necesario sacarla de mis archivos y publicarla para que miremos que también existen iniciativas muy positivas en Venezuela. Nuevamente agradezco a Fundación Proyecto Maniapure por la invitación a conocer la comunidad donde realizan este lindo trabajo y a Cavecol por el espacio en su publicación.


Minerva Vitti
Yonelvis, un niño indígena de la zona de Uriman, estado Bolívar, no tenía ninguna esperanza de caminar. Todo el día se arrastraba por el suelo para poder movilizarse. El hueso de la pierna donde tenía la seudoartrosis se había salido y estaba expuesto fuera de la piel, corriendo un grave riesgo de infección. El doctor Tomas Sanabria, presidente de la Fundación Proyecto Maniapure (FPM), comenta que para este caso “hubo un pre-diagnóstico por el médico rural, Simón Sambrano, así como posteriores consultas y evaluaciones de especialistas vía internet y definición del plan quirúrgico”.
La anomalía cada vez se complicaba más y el doctor Sanabria planteó el caso al Centro Médico de Caracas, donde logró una gran receptividad por parte de la Junta directiva, la Fundación Centro Médico de Caracas y de los especialistas que iban a involucrase en el proceso.
La operación comenzó a las 7pm y terminó a las 11pm. Y todo el equipo profesional y de soporte del Centro Médico trabajó de forma gratuita.
Hoy en día se ve a un Yonelvis activo, de hecho se ha convertido en el mejor jugador de futbol de su comunidad.
Este es solo uno de los tantos casos que pueden resolverse con el uso de la telemedicina, y para hablar de esta práctica en Venezuela necesariamente hay que mencionar al doctor Sanabria y a su Fundación Proyecto Maniapure (FPM).
Esta funciona en el Centro La Milagrosa que es una ambulatorio tipo II, creado para brindar servicios de salud y educación a la región de Maniapure, ubicada en el estado Bolívar a 125 kilómetros de Caicara del Orinoco.
Nace como una respuesta para apoyar, coordinar y articular esfuerzos de la Fundación CUBO (de la familia Cuenod Borjas), la Asociación Damas Salesianas (ADS) y la Fundación Centro Médico de Caracas.

Sobre el terreno
Para llegar desde Caracas a Maniapure es necesario viajar por avioneta entre una hora y media y dos horas; o por tierra aproximadamente 12 horas.
Maniapure se ubica en toda la franja del río Orinoco, entre los estados Apure y Bolívar. Esta región cubre una superficie cercana a los 1500 kilómetros cuadrados, con una muy baja densidad de población. Y constituye el área de influencia del Centro La Milagrosa.
La  Fundación orienta su trabajo a la atención médica de más de 42 comunidades o caseríos, 34 criollas y 8 indígenas de la etnia panare. De esta población casi el 50% es menor de 15 años, 48% son mujeres y 52% son hombres.
En el Centro La Milagrosa hay un médico que vive durante un año en el lugar. Este dirige a los pasantes, cuyos períodos de duración son 3, 4 ó 6 meses, dependiendo de la universidad.
Los convenios con la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Santa María permiten que estos estudiantes de medicina, bioanálisis, odontología, nutrición y educación, cumplan su pasantía rural en los centros que administra la Fundación.
Generalmente se cuenta con un equipo de 13 personas entre médicos y trabajadores locales. Para el período que inició en septiembre de 2012, el equipo está formado por tres pasantes de nutrición, dos de medicina, dos de odontología, un médico y una maestra.
El equipo realiza consultas de lunes a viernes, con guardias sábados y domingos, además existen las penetraciones, que consisten en visitas a las comunidades más lejanas y se hacen una vez por semana, generalmente los jueves.
La telemedicina comienza cuando el médico que está en el ambulatorio, ubicado en una zona remota, realiza una consulta que es atendida por los médicos del Centro de Triaje, que está en Caracas. Dependiendo de su complejidad, está es sometida a la opinión de especialistas, quienes realizan un diagnóstico que regresa vía internet al Centro de Triaje Virtual y luego al ambulatorio u hospital para dar solución adecuada.
Para llevar a cabo la telemedicina el Centro La Milagrosa está dotado de infraestructura de hadware y software para el manejo de teleconsultas y consultas de segunda opinión.
Además cuenta con una antena tipo VSAT con Modem Satelital, computadoras, un electrocardiógrafo digital tipo USB, microscopio con adaptador de imágenes digitales, escáner e impresora, teléfono de comunicación IP y sistema de paneles solares que provee energía necesaria para el funcionamiento de los equipos.
Pero las consultas a distancia son solo una de las ventajas de la telemedicina: “Todos los pacientes se van revisando y si el médico dice 'hay 15 hernias que tenemos que operar', entonces nosotros llevamos una vez al año a todos estos especialistas al sitio y trabajan el fin de semana. Otra ventaja es que si hay un problema que indica que hay que sacar a un paciente para traerlo a Caracas, se coordina todo para que este sea atendido lo mejor y más rápido posible, y vuelva otra vez a su comunidad”, dice Rosy Sanabria, presidenta suplente y esposa del doctor Sanabria.
Desde que inició formalmente la Fundación, en el año 2000, se han atendido más de 10 mil pacientes. Y mensualmente se reciben aproximadamente 500 personas, cifra que representa un gran logro si entendemos que esta es una zona con poca densidad poblacional y un área muy extensa.
A su vez la Fundación ha replicado la experiencia de telemedicina de Maniapure en seis comunidades: La Urbana, El Guarray, Uriman, Kamarata, Wonken y El Paují, todas poblaciones distantes del estado Bolívar.
El doctor Sanabria presenta los logros de la telemedicina en porcentajes: “95% de los casos son resueltos por médicos locales, 5% requiere consultas de telemedicina, de los cuales 80% se resuelven sin requerir traslados del paciente”.
Las enfermedades más comunes en la zona son las de la piel y las gastrointestinales relacionadas con parásitos.  Las más graves son casos de niños con patologías cardiológicas que hay que operar, o niños que vienen con una deformidad porque en los lugares donde viven no hay nadie que los pueda ayudar.
Es evidente que si no estuviese la telemedicina en este lugar muchas personas hubiesen perdido sus vidas, o ni siquiera muchos de los médicos que están en los centros de telemedicina terminando su rural, hubiesen podido dar un diagnóstico certero ya que no podrían acceder a médicos especialistas, a través del sistema de internet.
Muchos de los muchachos-as que son pasantes en Maniapure son los que pasan a ser médicos en Wonken, Kamarata, Uriman (donde hay presencia de indígenas de la etnia pemón). Porque aprenden el sistema, se entusiasman y luego se van hacer el año rural.

Maniapure desde adentro
Rosy Sanabria cuenta que el tiempo que tienen yendo a estas zonas, más de 40 años, les ha permitido que la población, especialmente la indígena, crea en ellos. Todo comenzó con la tía del doctor Sanabria, Beatriz Borjas de Cuenod, iniciadora de las acciones sociales en Maniapure desde 1968. Al principio ella tenía una escuela -hoy en día es una escuela bolivariana- y creó un ropero para mantener la institución.
La familia Sanabria siempre iba de campamento a esta zona y cada vez que llegaban el doctor Sanabria atendía niños que se sentían mal, hacía consultas, incluso practicaba partos.
Cuando se terminó de construir la carretera que va de Caicara del Orinoco a Los Pijiuaos, la empresa KBT le donó unos galpones a la señora Cuenod Borjas.
Rosy Sanabria recuerda que cuando les dieron los terrenos, a su esposo se le ocurrió la idea de conversar con el padre de las Damas Salesianas, Miguel González, y le propuso que si le conseguía un carro, un radio y un sueldo para un médico, el podía llevar a una persona para prestar este servicio y hacer una conexión con la universidad para que aquello se convirtiera en un centro rural tipo II. A todo esto el padre respondió: “Echale pichón, yo te lo consigo”.
Así, solo con un radio, comenzó en 1995 este gran proyecto de telemedicina. El gran salto se dio cuando la CANTV le pidió al doctor Sanabria que presentaran su propuesta en el concurso internacional que estaba realizando la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en 1996. La propuesta del Proyecto Maniapure ganó y la donación fue una antena satelital, que hizo posible que hubiese acceso a internet. Ya en el 2000 el Proyecto Maniapaure tomó forma de Fundación.
Una anécdota que recuerda Rosy Sanabria es que al principio tenían una sala de parto pero las indígenas no se acercaban, comenzaron a hacerlo cuando tenían una complicación que las parteras no podían solucionar. “A ellos les gusta hacer trueques, entonces por la consulta te dan una cesta o un collar. Ellos nos buscan cuando realmente necesitan del médico, nosotros somos muy respetuosos con sus creencias”, comparte la señora Rosy.
Cuando inició el Proyecto, la primera doctora, Leonor Pocaterra, hacía muchas penetraciones, porque los indígenas no iban al Centro La Milagrosa. Entonces se hacían unos grupos y se iban a atender a los indígenas en sus comunidades.
Tomas Sanabria bromea al relacionar la primera experiencia odontológica en esas comunidades con una revolución femenina india: “Había un indio disparando dardos con una cerbatana, llegaron nuestros médicos a preguntar cómo se encontraba la comunidad, y él les dijo que a nadie le dolía nada. Paso un rato. Y luego comenzaron a llegar una gran cantidad de mujeres indígenas para colocarse piezas dentales”.
Rosy Sanabria certifica este episodio: “Lo que más amaban eran los odontólogos porque estaban con un dolor de muelas espantoso y este los sanaba. Ellos son los más queridos por los indígenas, son como el dios”, comenta con una gran sonrisa.
En los consultorios del Centro La Milagrosa es común ver las informaciones en castellano y en eñepa, dialecto de los panare. Cuando llegan las pasantes de medicina les preguntan “¿Son kae man ayichek?” (Cómo es tu nombre). “¿Ai tana ncotopac?” (Dónde te duele). O simplemente, “nctopak kaná” (¿Te duele?). Muchas veces se ríen de nosotras porque no le damos la entonación adecuada, comparte una de las estudiantes.
El ambulatorio que está en Maniapure es privado, pero en el resto de las comunidades donde replican esta experiencia es un mixto de privado con Gobierno, ya que este último aporta los centros rurales donde trabajan.
Estos estaban abandonados y la Fundación,  con la telemedicina, ha podido enviar pasantes de distintas áreas. ¿Qué ha pasado? Los estudiantes se han entusiasmado de ir a lugares tan remotos donde igual  pueden seguir teniendo contacto con sus profesores, universidad, familia, parejas, etc., porque están comunicado por internet y es muy económico.
“La tecnología nos ha hecho diferentes. Actualmente no se aprovecha el sistema de salud al máximo. Los médicos que tiene el Gobierno en los distintos lugares deberían aprovechar más la parte de comunicación”, dice el doctor Sanabria.

Empoderando a las comunidades
“Nuestra punta de lanza es la telemedicina, pero la idea de Maniapure es crear un crecimiento sustentable en esa región”, comenta Andreina Sanabria, hija de Tomás y Rosy Sanabria.
Y es que en el Centro La Milagrosa no solo existe el centro de telemedicina y las consultas médicas. Sino que además funciona en un área donde hay un ropero, una capilla y una biblioteca. Todo cerca de una escuela bolivariana. Poco a poco han logrado que la población local se involucre y tenga trabajo. 
Por ejemplo tienen un proyecto de caja rural que funciona como especie de un banco, con préstamos que proporciona la misma comunidad. La idea es mejorar la calidad de vida de las personas para que no abandonen el lugar sino que se formen y sigan trabajando.
Verónica Socas, maestra egresada de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en Educación, mención integral, está a cargo de la Biblioteca. La propuesta con la que vino a Maniapure por un año es un proyecto de lectura que ella misma planteó y se llama Leer para crecer.
Cuenta que haber hecho voluntariado en la Ucab, además de cuatro pasantías durante su carrera, la sensibilizó mucho ante la realidad del país: “Estas comunidades son menos numerosas y las necesidades son de otro tipo. Hay bastante deserción escolar, el sistema educativo no reta a los profesores, no se acuerda de estas comunidades, ellos hacen maromas para llegar hasta aquí, algunos viven a 2 ó 3 horas lejos de aquí, sienten que están arando en el mar prácticamente”.
También comenta que los niños muchas veces no van al colegio porque tienen que cumplir con labores de la casa. Sojas trabaja en las mañanas en cinco comunidades: dos indígenas y tres criollas. Y está en la biblioteca en las tardes ayudando a los niños a hacer investigaciones: “Los niños se van acercando más al material impreso. Los indígenas, aunque no saben leer en castellano prestan atención e interés”.
Con relación a la experiencia Sojas cuenta que en este lugar la persona se prueba como profesional y descubre la realidad del interior del país: “Aquí como maestra estoy llevando un proyecto más que un salón. Esto es algo alternativo, diferente, primero trabajar con los indígenas, entenderlos porque forman parte de tu origen, y segundo trabajar con gente del interior del país, son comunidades alejadas, a orillas de carretera, a las que no le llega la luz, que tienen modos de vida diferente y como persona te hacen madurar y abrir la mente”.
También está Luis Ramón Leal, mejor conocido como Chicho, el es gerente en Maniapure y tiene 14 años trabajando con la Fundación. Al principio ayudaba voluntariamente en la parte de mantenimiento de las instalaciones. Después de seis años se encargó de la parte administrativa.
Sus tres hijos estudiaron en la escuelita cercana al Centro y actualmente están en Valencia estudiando administración de empresas, odontología y mecánica dental: “Este Proyecto motivó mucho a mis hijos y les está dando la fuerza para seguir con esto. Yo creo que eso sucede porque ven que esto es bueno para su gente y ellos deben hacer que funcione y con gente de acá”.

Manteniendo y replicando la experiencia
Telesalud es la cara comercial de la Fundación Proyecto Maniapure, esta fue creada con el objetivo de replicar la experiencia de Maniapure en otros países a través de la asesoría a empresas que cumplen con una agenda de responsabilidad social empresarial.
En el ámbito internacional el modelo Maniapure se replicó en Ecuador. Con la Corporación Andina de Fomento (CAF) se tiene programado llevar la experiencia a Perú y Bolivia.
 “Tenemos algunas iniciativas con la CAF y Cavecol que están ahorita interesados en abrir dos centros de telemedicina en la frontera con Colombia, uno en Táchira y otro en Zulia”, comenta Andreina Sanabria.
Uno de los problemas que existen en las zonas remotas es el tema de la accesibilidad a internet. Por eso Telesalud abre espacios para que las empresas que estén dentro de ese rubro de telecomunicaciones o de infraestructura tecnológica puedan servir de facilitadores para que en estas zonas haya una buena comunicación y así se pueda prestar el servicio.
También han percibido que las empresas se dan cuenta que para ellos es fundamental mejorar la calidad de vida de las zonas donde trabajan porque serán mejor recibidos y tendrán menos conflictividad social. Y además es más económico porque el traslado de un empleado en estas zonas remotas, en un helicóptero, resulta más costoso que una consulta en telemedicina.
Para el 2013 la FPM tiene un proyecto piloto que desea implantar en los distintos centros de telemedicina. Consiste en detectar la anemia a través de un método no invasivo que mide la hemoglobina, ya que se ha comprobado que esta es la primera causa de retardo en el  aprendizaje y crecimiento en los niños, y es corregible si se detecta a tiempo.
Uno de cada siete habitantes en el planeta es anémico. Por ejemplo, el doctor Sanabria cuenta que en Kamarata evaluaron a 48 niños en 2 horas, y aproximadamente 10% tenía anemia.
Este estudio se aplicará a 2000 niños en edad escolar que viven en centro adyacente al centro de telemedicina. Y además de la hemoglobina también se hará un streeming para detectar deficiencias visuales y auditivas.
La otorrinolaringóloga, Johana Semberzman, trabajará en la parte auditiva, y para esto ya comenzó a armar un anteproyecto de cómo se puede hacer un tamizaje a estos niños para aplicarlo en enero de 2013.
Semberzman fue pasante hace 11 años y siempre quiso volver a Maniapure, pero por razones de trabajo y formación se le hizo difícil regresar. Hoy vuelve con un objetivo concreto con el cual podrá servir nuevamente a la población: “Me pareció la manera más indicada de retribuir todo lo que había recibido acá. Yo me mantuve en contacto con Tomás durante estos 11 años y en lo que me gradué de especialista le escribí que estaba a la orden”.
Su idea es entrenar a la gente que está en campo y seguirlos ayudando desde Caracas.
Recientemente el doctor Sanabria presentó este proyecto en el 9° Congreso Regional de Información en Ciencias de la Salud, realizado en la Organización Panamericana de la Salud en Washington. Donde además Sanabria tuvo la oportunidad de presentar internacionalmente la experiencia de la Fundación y cómo a través del uso de las tecnologías de información y comunicación se puede mejorar la salud.

Sin duda una de las fortalezas de la FPM es que prácticamente toda la familia está involucrada.Aquí no tenemos mucha opción, esto no es nada democrático”, dice Andreina entre risas. “Todos crecimos en Maniapure, nuestras vacaciones eran allá. La mama de Chicho es como mi abuela. Le lleve a mis hijos el año pasado y no te puedes imaginar la emoción que yo sentí cuando los conoció”, comparte.
Andreina quisiera empezar a hacer un programa para que los nietos vayan a trabajar en Maniapure y  se sensibilicen esta realidad. Dice con firmeza  que es capaz de pedir permiso en el colegio para que sus hijos vayan al operativo: “Aquí el que no se monte a trabajar por los demás no construye país. Los que estamos decididos a quedarnos aquí tenemos que estar con el compromiso social. Y yo quisiera que mis hijos sigan con esta labor”.
Maniapure nos enseña que es un mito que se necesitan aparatos muy costosos para hacer una evaluación, y que si no utilizamos las herramientas tecnológicas en estas zonas, la salud queda monopolizada en los grandes centros médicos que están en las ciudades y las poblaciones remotas, empobrecidas de nuestros países quedan más al margen del sistema de salud.


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