Comparto con ustedes un reportaje que hice en noviembre de 2012 para la revista Cavecol. Volví a releer está experiencia y considero justo y necesario sacarla de mis archivos y publicarla para que miremos que también existen iniciativas muy positivas en Venezuela. Nuevamente agradezco a Fundación Proyecto Maniapure por la invitación a conocer la comunidad donde realizan este lindo trabajo y a Cavecol por el espacio en su publicación.
Minerva
Vitti
Yonelvis, un niño indígena de la zona de
Uriman, estado Bolívar, no tenía ninguna esperanza de caminar. Todo el día se
arrastraba por el suelo para poder movilizarse. El hueso de la pierna donde
tenía la seudoartrosis se había salido y estaba expuesto fuera de la piel,
corriendo un grave riesgo de infección. El doctor Tomas Sanabria, presidente de
la Fundación Proyecto Maniapure (FPM), comenta que para este caso “hubo un
pre-diagnóstico por el médico rural, Simón Sambrano, así como posteriores
consultas y evaluaciones de especialistas vía internet y definición del plan
quirúrgico”.
La anomalía cada vez se complicaba más y el
doctor Sanabria planteó el caso al Centro Médico de Caracas, donde logró una
gran receptividad por parte de la Junta directiva, la Fundación Centro Médico
de Caracas y de los especialistas que iban a involucrase en el proceso.
La operación comenzó a las 7pm y terminó a
las 11pm. Y todo el equipo profesional y de soporte del Centro Médico trabajó
de forma gratuita.
Hoy en día se ve a un Yonelvis activo, de
hecho se ha convertido en el mejor jugador de futbol de su comunidad.
Este es solo uno de los tantos casos que
pueden resolverse con el uso de la telemedicina, y para hablar de esta práctica
en Venezuela necesariamente hay que mencionar al doctor Sanabria y a su
Fundación Proyecto Maniapure (FPM).
Esta funciona en el Centro La Milagrosa que es
una ambulatorio tipo II, creado para brindar servicios de salud y educación a la
región de Maniapure, ubicada en el estado Bolívar a 125 kilómetros de Caicara
del Orinoco.
Nace como una respuesta para apoyar,
coordinar y articular esfuerzos de la Fundación CUBO (de la familia Cuenod
Borjas), la Asociación Damas Salesianas (ADS) y la Fundación Centro Médico de
Caracas.
Sobre
el terreno
Para llegar desde Caracas a Maniapure es necesario
viajar por avioneta entre una hora y media y dos horas; o por tierra
aproximadamente 12 horas.
Maniapure se ubica en toda la franja del río
Orinoco, entre los estados Apure y Bolívar. Esta región cubre una superficie
cercana a los 1500 kilómetros cuadrados, con una muy baja densidad de
población. Y constituye el área de influencia del Centro La Milagrosa.
La
Fundación orienta su trabajo a la atención médica de más de 42
comunidades o caseríos, 34 criollas y 8 indígenas de la etnia panare. De esta
población casi el 50% es menor de 15 años, 48% son mujeres y 52% son hombres.
En el Centro La Milagrosa hay un médico que
vive durante un año en el lugar. Este dirige a los pasantes, cuyos períodos de
duración son 3, 4 ó 6 meses, dependiendo de la universidad.
Los convenios con la Universidad Central de
Venezuela y la Universidad Santa María permiten que estos estudiantes de
medicina, bioanálisis, odontología, nutrición y educación, cumplan su pasantía
rural en los centros que administra la Fundación.
Generalmente se cuenta con un equipo de 13
personas entre médicos y trabajadores locales. Para el período que inició en
septiembre de 2012, el equipo está formado por tres pasantes de nutrición, dos
de medicina, dos de odontología, un médico y una maestra.
El equipo realiza consultas de lunes a
viernes, con guardias sábados y domingos, además existen las penetraciones, que
consisten en visitas a las comunidades más lejanas y se hacen una vez por
semana, generalmente los jueves.
La telemedicina comienza cuando el médico que
está en el ambulatorio, ubicado en una zona remota, realiza una consulta que es
atendida por los médicos del Centro de Triaje, que está en Caracas. Dependiendo
de su complejidad, está es sometida a la opinión de especialistas, quienes realizan
un diagnóstico que regresa vía internet al Centro de Triaje Virtual y luego al
ambulatorio u hospital para dar solución adecuada.
Para llevar a cabo la telemedicina el Centro
La Milagrosa está dotado de infraestructura de hadware y software para el manejo
de teleconsultas y consultas de segunda opinión.
Además cuenta con una antena tipo VSAT con
Modem Satelital, computadoras, un electrocardiógrafo digital tipo USB,
microscopio con adaptador de imágenes digitales, escáner e impresora, teléfono
de comunicación IP y sistema de paneles solares que provee energía necesaria
para el funcionamiento de los equipos.
Pero las consultas a distancia son solo una
de las ventajas de la telemedicina: “Todos los pacientes se van revisando y si
el médico dice 'hay 15 hernias que tenemos que operar', entonces nosotros
llevamos una vez al año a todos estos especialistas al sitio y trabajan el fin
de semana. Otra ventaja es que si hay un problema que indica que hay que sacar
a un paciente para traerlo a Caracas, se coordina todo para que este sea
atendido lo mejor y más rápido posible, y vuelva otra vez a su comunidad”, dice
Rosy Sanabria, presidenta suplente y esposa del doctor Sanabria.
Desde que inició formalmente la Fundación, en
el año 2000, se han atendido más de 10 mil pacientes. Y mensualmente se reciben
aproximadamente 500 personas, cifra que representa un gran logro si entendemos
que esta es una zona con poca densidad poblacional y un área muy extensa.
A su vez la Fundación ha replicado la
experiencia de telemedicina de Maniapure en seis comunidades: La Urbana, El
Guarray, Uriman, Kamarata, Wonken y El Paují, todas poblaciones distantes del
estado Bolívar.
El doctor Sanabria presenta los logros de la
telemedicina en porcentajes: “95% de los casos son resueltos por médicos
locales, 5% requiere consultas de telemedicina, de los cuales 80% se resuelven
sin requerir traslados del paciente”.
Las enfermedades más comunes en la zona son
las de la piel y las gastrointestinales relacionadas con parásitos. Las más graves son casos de niños con
patologías cardiológicas que hay que operar, o niños que vienen con una
deformidad porque en los lugares donde viven no hay nadie que los pueda ayudar.
Es evidente que si no estuviese la
telemedicina en este lugar muchas personas hubiesen perdido sus vidas, o ni
siquiera muchos de los médicos que están en los centros de telemedicina
terminando su rural, hubiesen podido dar un diagnóstico certero ya que no
podrían acceder a médicos especialistas, a través del sistema de internet.
Muchos de los muchachos-as que son pasantes
en Maniapure son los que pasan a ser médicos en Wonken, Kamarata, Uriman (donde
hay presencia de indígenas de la etnia pemón). Porque aprenden el sistema, se
entusiasman y luego se van hacer el año rural.
Maniapure
desde adentro
Rosy Sanabria cuenta que el tiempo que tienen
yendo a estas zonas, más de 40 años, les ha permitido que la población,
especialmente la indígena, crea en ellos. Todo comenzó con la tía del doctor
Sanabria, Beatriz Borjas de Cuenod, iniciadora de las acciones sociales en
Maniapure desde 1968. Al principio ella tenía una escuela -hoy en día es una
escuela bolivariana- y creó un ropero para mantener la institución.
La familia Sanabria siempre iba de campamento
a esta zona y cada vez que llegaban el doctor Sanabria atendía niños que se
sentían mal, hacía consultas, incluso practicaba partos.
Cuando se terminó de construir la carretera
que va de Caicara del Orinoco a Los Pijiuaos, la empresa KBT le donó unos
galpones a la señora Cuenod Borjas.
Rosy Sanabria recuerda que cuando les dieron
los terrenos, a su esposo se le ocurrió la idea de conversar con el padre de
las Damas Salesianas, Miguel González, y le propuso que si le conseguía un
carro, un radio y un sueldo para un médico, el podía llevar a una persona para
prestar este servicio y hacer una conexión con la universidad para que aquello
se convirtiera en un centro rural tipo II. A todo esto el padre respondió:
“Echale pichón, yo te lo consigo”.
Así, solo con un radio, comenzó en 1995 este
gran proyecto de telemedicina. El gran salto se dio cuando la CANTV le pidió al
doctor Sanabria que presentaran su propuesta en el concurso internacional que
estaba realizando la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en 1996.
La propuesta del Proyecto Maniapure ganó y la donación fue una antena
satelital, que hizo posible que hubiese acceso a internet. Ya en el 2000 el
Proyecto Maniapaure tomó forma de Fundación.
Una anécdota que recuerda Rosy Sanabria es
que al principio tenían una sala de parto pero las indígenas no se acercaban,
comenzaron a hacerlo cuando tenían una complicación que las parteras no podían
solucionar. “A ellos les gusta hacer trueques, entonces por la consulta te dan
una cesta o un collar. Ellos nos buscan cuando realmente necesitan del médico,
nosotros somos muy respetuosos con sus creencias”, comparte la señora Rosy.
Cuando inició el Proyecto, la primera doctora,
Leonor Pocaterra, hacía muchas penetraciones, porque los indígenas no iban al
Centro La Milagrosa. Entonces se hacían unos grupos y se iban a atender a los
indígenas en sus comunidades.
Tomas Sanabria bromea al relacionar la
primera experiencia odontológica en esas comunidades con una revolución
femenina india: “Había un indio disparando dardos con una cerbatana, llegaron
nuestros médicos a preguntar cómo se encontraba la comunidad, y él les dijo que
a nadie le dolía nada. Paso un rato. Y luego comenzaron a llegar una gran
cantidad de mujeres indígenas para colocarse piezas dentales”.
Rosy Sanabria certifica este episodio: “Lo
que más amaban eran los odontólogos porque estaban con un dolor de muelas
espantoso y este los sanaba. Ellos son los más queridos por los indígenas, son
como el dios”, comenta con una gran sonrisa.
En los consultorios del Centro La Milagrosa
es común ver las informaciones en castellano y en eñepa, dialecto de los
panare. Cuando llegan las pasantes de medicina les preguntan “¿Son kae man
ayichek?” (Cómo es tu nombre). “¿Ai tana ncotopac?” (Dónde te duele). O
simplemente, “nctopak kaná” (¿Te duele?). Muchas veces se ríen de nosotras
porque no le damos la entonación adecuada, comparte una de las estudiantes.
El ambulatorio que está en Maniapure es
privado, pero en el resto de las comunidades donde replican esta experiencia es
un mixto de privado con Gobierno, ya que este último aporta los centros rurales
donde trabajan.
Estos estaban abandonados y la Fundación, con la telemedicina, ha podido enviar pasantes
de distintas áreas. ¿Qué ha pasado? Los estudiantes se han entusiasmado de ir a
lugares tan remotos donde igual pueden seguir
teniendo contacto con sus profesores, universidad, familia, parejas, etc.,
porque están comunicado por internet y es muy económico.
“La tecnología nos ha hecho diferentes.
Actualmente no se aprovecha el sistema de salud al máximo. Los médicos que
tiene el Gobierno en los distintos lugares deberían aprovechar más la parte de
comunicación”, dice el doctor Sanabria.
Empoderando
a las comunidades
“Nuestra punta de lanza es la telemedicina,
pero la idea de Maniapure es crear un crecimiento sustentable en esa región”,
comenta Andreina Sanabria, hija de Tomás y Rosy Sanabria.
Y es que en el Centro La Milagrosa no solo
existe el centro de telemedicina y las consultas médicas. Sino que además
funciona en un área donde hay un ropero, una capilla y una biblioteca. Todo
cerca de una escuela bolivariana. Poco a poco han logrado que la población
local se involucre y tenga trabajo.
Por ejemplo tienen un proyecto de caja rural
que funciona como especie de un banco, con préstamos que proporciona la misma
comunidad. La idea es mejorar la calidad de vida de las personas para que no
abandonen el lugar sino que se formen y sigan trabajando.
Verónica Socas, maestra
egresada de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en Educación, mención
integral, está a cargo de la Biblioteca. La propuesta con la que vino a
Maniapure por un año es un proyecto de lectura que ella misma planteó y se
llama Leer para crecer.
Cuenta que haber hecho
voluntariado en la Ucab, además de cuatro pasantías durante su carrera, la
sensibilizó mucho ante la realidad del país: “Estas comunidades son menos numerosas y las necesidades son de
otro tipo. Hay bastante deserción escolar, el sistema educativo no reta a los
profesores, no se acuerda de estas comunidades, ellos hacen maromas para llegar
hasta aquí, algunos viven a 2 ó 3 horas lejos de aquí, sienten que están arando
en el mar prácticamente”.
También comenta que los niños
muchas veces no van al colegio porque tienen que cumplir con labores de la
casa. Sojas trabaja en las mañanas en cinco comunidades: dos indígenas y tres
criollas. Y está en la biblioteca en las tardes ayudando a los niños a hacer
investigaciones: “Los niños se van acercando más al material impreso. Los
indígenas, aunque no saben leer en castellano prestan atención e interés”.
Con relación a la
experiencia Sojas cuenta que en este lugar la persona se prueba como
profesional y descubre la realidad del interior del país: “Aquí como maestra
estoy llevando un proyecto más que un salón. Esto es algo alternativo,
diferente, primero trabajar con los indígenas, entenderlos porque forman parte
de tu origen, y segundo trabajar con gente del interior del país, son
comunidades alejadas, a orillas de carretera, a las que no le llega la luz, que
tienen modos de vida diferente y como persona te hacen madurar y abrir la
mente”.
También está Luis Ramón Leal, mejor conocido
como Chicho, el es gerente en Maniapure y tiene 14 años trabajando con la Fundación. Al principio ayudaba
voluntariamente en la parte de mantenimiento de las instalaciones. Después de
seis años se encargó de la parte administrativa.
Sus tres hijos estudiaron en la escuelita
cercana al Centro y actualmente están en Valencia estudiando administración de
empresas, odontología y mecánica dental: “Este Proyecto motivó mucho a mis
hijos y les está dando la fuerza para seguir con esto. Yo creo que eso sucede
porque ven que esto es bueno para su gente y ellos deben hacer que funcione y
con gente de acá”.
Manteniendo
y replicando la experiencia
Telesalud es la cara comercial de la Fundación
Proyecto Maniapure, esta fue creada con el objetivo de replicar la experiencia
de Maniapure en otros países a través de la asesoría a empresas que cumplen con
una agenda de responsabilidad social empresarial.
En el ámbito internacional el modelo
Maniapure se replicó en Ecuador. Con la Corporación Andina de Fomento (CAF) se
tiene programado llevar la experiencia a Perú y Bolivia.
“Tenemos
algunas iniciativas con la CAF y Cavecol que están ahorita interesados en abrir
dos centros de telemedicina en la frontera con Colombia, uno en Táchira y otro
en Zulia”, comenta Andreina Sanabria.
Uno de los problemas que existen en las zonas
remotas es el tema de la accesibilidad a internet. Por eso Telesalud abre
espacios para que las empresas que estén dentro de ese rubro de
telecomunicaciones o de infraestructura tecnológica puedan servir de
facilitadores para que en estas zonas haya una buena comunicación y así se
pueda prestar el servicio.
También han percibido que las empresas se dan
cuenta que para ellos es fundamental mejorar la calidad de vida de las zonas
donde trabajan porque serán mejor recibidos y tendrán menos conflictividad
social. Y además es más económico porque el traslado de un empleado en estas
zonas remotas, en un helicóptero, resulta más costoso que una consulta en
telemedicina.
Para el 2013 la FPM tiene un proyecto piloto
que desea implantar en los distintos centros de telemedicina. Consiste en detectar
la anemia a través de un método no invasivo que mide la hemoglobina, ya que se
ha comprobado que esta es la primera causa de retardo en el aprendizaje y crecimiento en los niños, y es
corregible si se detecta a tiempo.
Uno de cada siete habitantes en el planeta es
anémico. Por ejemplo, el doctor Sanabria cuenta que en Kamarata evaluaron a 48
niños en 2 horas, y aproximadamente 10% tenía anemia.
Este estudio se aplicará a 2000 niños en edad
escolar que viven en centro adyacente al centro de telemedicina. Y además de la
hemoglobina también se hará un streeming para detectar deficiencias visuales y
auditivas.
La otorrinolaringóloga, Johana Semberzman,
trabajará en la parte auditiva, y para esto ya comenzó a armar un anteproyecto
de cómo se puede hacer un tamizaje a estos niños para aplicarlo en enero de
2013.
Semberzman fue pasante hace 11 años y siempre
quiso volver a Maniapure, pero por razones de trabajo y formación se le hizo
difícil regresar. Hoy vuelve con un objetivo concreto con el cual podrá servir
nuevamente a la población: “Me pareció la manera más indicada de retribuir todo
lo que había recibido acá. Yo me mantuve en contacto con Tomás durante estos 11
años y en lo que me gradué de especialista le escribí que estaba a la orden”.
Su idea es entrenar a la gente que está en
campo y seguirlos ayudando desde Caracas.
Recientemente el doctor Sanabria presentó
este proyecto en el 9° Congreso Regional de Información en Ciencias de la
Salud, realizado en la Organización Panamericana de la Salud en Washington.
Donde además Sanabria tuvo la oportunidad de presentar internacionalmente la
experiencia de la Fundación y cómo a través del uso de las tecnologías de
información y comunicación se puede mejorar la salud.
Sin duda una de las fortalezas de la FPM es
que prácticamente toda la familia está involucrada. “Aquí no tenemos mucha opción, esto no es nada democrático”, dice
Andreina entre risas. “Todos crecimos en Maniapure, nuestras vacaciones eran allá.
La mama de Chicho es como mi abuela. Le lleve a mis hijos el año pasado y no te
puedes imaginar la emoción que yo sentí cuando los conoció”, comparte.
Andreina quisiera empezar a hacer un programa
para que los nietos vayan a trabajar en Maniapure y se sensibilicen esta realidad. Dice con
firmeza que es capaz de pedir permiso en
el colegio para que sus hijos vayan al operativo: “Aquí el que no se monte a trabajar
por los demás no construye país. Los que estamos decididos a quedarnos aquí
tenemos que estar con el compromiso social. Y yo quisiera que mis hijos sigan
con esta labor”.
Maniapure nos enseña que es un mito que se
necesitan aparatos muy costosos para hacer una evaluación, y que si no
utilizamos las herramientas tecnológicas en estas zonas, la salud queda monopolizada
en los grandes centros médicos que están en las ciudades y las poblaciones
remotas, empobrecidas de nuestros países quedan más al margen del sistema de
salud.
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