lunes, 25 de diciembre de 2017

Navidad en La Vega


Este año el tiempo de adviento lo he vivido más consciente especialmente por todos los cambios que me han tocado experimentar en estos últimos meses. Pero soy pata caliente y me gusta sentir cómo lo viven en otros lugares. Luego de mucho insistir finalmente acepté la invitación del padre Alfredo y nos fuimos a la Parroquia San Alberto Hurtado en La Vega a vivir la Navidad. La jornada comenzó ayer 21 de diciembre en la mañana. Primero estuvimos en el colegio Andy Aparicio y conversamos con la gente de Caribes de Itagua, una agrupación comunitaria que lleva en su haber grandes luchas reivindicativas del pueblo, especialmente de la parte alta de La Vega, y además tienen el grupo de parranda, y animan varias de las fiestas populares del sector. Estuvimos un ratico en el compartir de los abuelos y vimos cómo los chamos disfrutaban de un campamento de danza.




Al mediodía caminamos hasta el sector La Pradera, allí se encuentra la U.E Luis María Olaso. Durante todo el año escolar los niños reciben desayunos y meriendas, y ahora en vacaciones gracias al Programa de Alimentación de la Parroquia San Alberto Hurtado, la solidaridad de muchos que lo sostienen económicamente, y al liderazgo concreto de Maribel quien prefirió ir a cocinar en estas vacaciones en vez de “quedarse en su casa sin hacer nada”, a los niños se les da un almuerzo (para muchos su única comida del día). Ahí Norbelys ayuda a Maribel en la cocina, el señor Antonio y otro compañero organizan a los niños, y algunas mamás se activan para colaborar.

En la tarde nos fuimos con los padres Alfredo y Carlos a los bloques, específicamente el bloque 10, donde compartimos la misa de aguinaldo con los vecinos de la comunidad. Terminamos a las ocho de la noche, y como todavía nos quedaba energía acompañamos a una parranda de niños y jóvenes con tambor, cuatro y maracas, a cada uno de los apartamentos de este bloque a cantar aguinaldos y bendecir los nacimientos. La gente estaba feliz de que estuviéramos ahí. Luego nos devolvimos caminando hasta la casa con ese cachito de luna y un cielo súper despejado y estrellado. No sentimos miedo de caminar el barrio de noche.



Nuestro viernes amaneció a las 5am. Magdalena, con su campana, nos despertó a todos. Ella es un personaje de la comunidad que tiene tocando 29 años y no se cansa. Nos fuimos con ella hasta el sector La Isla y ahí nos agarró el amanecer en la montaña con la misa de aguinaldo. Tenía un año sin ir (la última vez fue cuando hice el reportaje de Alimenta la Solidaridad) y me impresionó cómo ya tienen una placita con una gruta, la virgen de Eduvigis, unos banquitos para sentarse a contemplar, conversar y coger fresco. La comunidad ha recuperado el espacio y toda la caminería que conduce hasta este lugar está mantenida y el monte cortado. Al terminar la misa nos tomamos un fororo caliente, arepitas aliñadas, y torta. Una cayapa que hizo la comunidad.



El eterno problema de La Vega es la basura que se ve a montones en varios lugares de la carretera. No obstante la gente sigue resistiendo y organizándose para vivir su Navidad con dignidad. Hoy en la mañana llegamos a casa luego de una jornada de 24 horas. Me confieso agotada (y apenada) porque el padre Alfredo, Carlos, Isabel, y todos los vecinos de la Parroquia Alberto Hurtado hacen esto todos los días. Y mientras escribo el artículo próximo a publicar, solo les puedo decir que no sabía que la invitación del padre Alfredo me iba a energizar tanto, a conectarme con esta gente sencilla que hace país. Gracias los padres Alfredo Infante Silvera y Carlos. Gracias Ignacio Murga por ser mi compañero de vida en esta y tantas aventuras. Tantos rostros, tantos nombres, tanta gente trabajando que vi ayer y hoy. Tanta hospitalidad, tanto amor, tanta bondad, tanta esperanza. Todo esto me fortalece especialmente en este tiempo donde se potencian los sentimientos felices pero también los tristes. Narrativas de esperanza necesarias para todos (para mí).








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