domingo, 31 de diciembre de 2017

31 de diciembre de 2017





"Cuando la montaña no nos enseña algo, nos refresca lo aprendido", dijo uno de nuestros compañeros del Centro Excursionismo Caracas. Quizás por eso siempre volvemos a ellas, porque siempre el camino te da claridad, serenidad y de alguna forma te centra en lo sencillo de la vida, en las cosas básicas que te dan felicidad: el agua, el calorcito, el paisaje, una comida, un gesto de humanidad.
En las montañas decidimos (sin planearlo) pasar los últimos días del año. Fue un llamado que fue escuchado por nosotros.

Durante 5 días caminamos el origen por montañas que tienen 20 millones de años. El páramo de La Culata fue nuestro hogar. Un ambiente hermoso con un frío hostil. Acampamos a -4 y 0 grados centígrados. Caminamos a 5 grados centígrados. Logramos hacer dos picos: Piedras Blancas (4737 msnm) el más alto La Culata y el quinto más importante de Mérida. Y Las Verdes (4570 msnm).

Transitamos senderos de tierra sagrada, frailejones ancianos, lagunas misteriosas. Nos cayó granizo que se convirtió en escarcha al amanecer. Llovió todas las noches y solo una tuvimos los pies calientes. Orinamos dentro de una olla en la carpa. No nos bañamos en días. Los sabores de nuestras comidas se potenciaron. Los compañeros del CEC nos acompañaron y los guardianes de la montaña aparecieron para recordarnos que transitamos caminos sagrados.

El caminar lento y en silencio nos convirtió en peregrinos de nuevo y la espiritulidad de las montañas nos arropó cuando el frío era insoportable. Bajamos sanos, fortalecidos, bendecidos.

Ahora estamos en Mucunutan con nuestros amigos, que son nuestra familia. Este 31 de diciembre y el inicio del año será en las alturas donde están nuestras raíces indígenas, la clorofila, la paz, los miedos. Todo envuelto en neblina, paisaje, vino, humanidad. Hoy se cierra un ciclo o tal vez se abre. Lo importante es que este potenciado por lo aprendido. Dios quiera que sea asi.

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