viernes, 11 de octubre de 2019

Gran Sabana



Y vuelvo a ti dolorosa, embriagada, saqueada, triste, manoseada, cercada Gran Sabana. Y me cuesta escuchar el idioma de brisa de las hojas y los cantos de los grillos, sapos, pájaros. Hay un luto verde suspendido en este territorio. Un lamento que sacude los cuerpos desde el 22 de febrero de 2019, el 8 de diciembre de 2018, desde hace mucho tiempo atrás. Llanto que llora a sus muertos, llanto que se junta con las lágrimas de los que atraviesan por primera vez la sabana para salir de Venezuela, sus ojos se conmueven ante tanta belleza y el duelo que los empieza habitar sale como cascada para juntarse con estos nuevos paisajes.

En la entrada del Parque Nacional Canaima la basura, los hombres que hurgan en ella y los zamuros. En los Rápidos de Kamoirán la gasolina llegará en dos semanas, si es que llega. Los mafiosos se pasean por Santa Elena de Uairén vacunando comercios. El camión del gas cobra en reais brasileros. Un litro de agua cuesta dos dólares. Los venezolanos hacen colas en la bomba de gasolina de Pacaraima (Brasil). Oro, dólares, reais. 

El borracho prende su infierno al frente de la casa. La noche hiede a alcohol. Los perros ladran. Ella lo enfrenta, otro la apoya, yo salgo con un palo y mi miedo. No hay peor infierno que vivir con miedo. Me contagio de valor y me viene el insomnio.

El monstruo es grande, desune, compra, coopta, mata, desaparece, miente. Gobierno podredumbre, zamuro, rufián. No hay derecho. Quiero alzar el vuelo, enjuagar el odio, la codicia, la muerte. Quiero zarandear al matón para que le vuelva la humanidad.  

Yo que sufro de utopía he llegado aquí para sanarme, pero de algo estoy segura, no vine a perder la esperanza.

Y en medio de todo, conozco a lxs pemón que se organizan, defienden a sus hermanxs, solucionan conflictos, se articulan, combaten la injusticia. Son ellos los que abren camino en lo quebrado, los que en medio de las muertes de conciencias alumbran. Una mujer. Y yo solo me la quedo mirando, escuchando, comprendiendo.

Vuelvo a casa con aurosá, casabe, mis libretas y los cuentos de dos amigas sabaneras. Preparo mi primer tumá, lloro, descanso. Traigo una historia a cuestas. No voy a parar de escribir. Ir a otra tierra es como volver a nacer.

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