miércoles, 25 de marzo de 2020

Febrero 2020



Para cruzar la estancia era preciso ir como cántaro vacío. Solo así la llaga tendría alivio. Sude de fiebre, culpa y olvido. Me elegí abandonándome de ella. Me cansé de lanzar quejas al bosque que me las devolvía eco. Ojalá te rindieras ante el deseo grotesco de llevarnos contigo. No me pidas con la boca llena. Yo no quiero locura ajena. Ayúdame.

Las puertas del ayer estaban abiertas como un nuevo libro. Lo quemé y compré hojas nuevas. “Mala hija”, gritaron. Yo no volteé para no convertirme en piedra. “Mala hija”, se atrevieron a decir por segunda vez y mi corazón permaneció impío. “¿Por qué emprendes el vuelo?”, insistió un ave clavando en mi alma su pico.  Porque desde el vientre comenzó la despedida, le respondí.

Seguí avanzando por el monte. Ni siquiera el viento podía permanecer en mi cántaro vacío. Vacío. Qué liviandad hay en el vacío. Conciencia abierta. Vacío. Ojos limpios. Deseante, deseo, desear. Deseo, desear, deseante.  Desear, deseante, deseo. ¿Puede haber algo más que el vacío?

Tropecé.

El cántaro se partió.

Me estoy desmoronando.

Pierdo forma.

Se desangra la arcilla.

Uno a uno van cayendo mis restos sobre la hierba. Algunos rebotan, puedo ver su trayectoria afilada de flecha. Otros yacen en la tierra, volverán a mí cuando coma del fruto del árbol. Otros harán casa.  

La Amazonas mira todo. Una ráfaga de viento mueve sus cabellos y desnuda su seno de conoto.  Medium avanza y la toma de la mano. Ambas se reconocen en el tacto. En las cuencas solo el calor flotando.  Un silencio puebla el encuentro.  Ahora comienzan a caminar juntas. Dejan los restos atrás. No ha sido fácil. Nada está resuelto. Todavía Amazonas intenta voltear, Medium le acaricia el rostro. Amazonas llora porque no pudo salvar a su madre, Medium la envuelve en su túnica, paladea su sustancia. Iám.

¿Puede haber algo más que el vacío?

Al fondo una gruta se alza sobre el agua.


Notas:
*Iám: chakra del corazón.




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