lunes, 29 de septiembre de 2014

Ruta #8: Picacho de Galipán (con 5 kg)

Desde que iniciamos el reto de las rutas Luisanna siempre me había mencionado el Picacho de Galipán. Que la vista desde ahí es espectacular, que hay que ligarla para que no esté nublado. Que se puede mirar desde varios puntos del Parque Nacional Waraira Repano.
Recuerdo que cuando hicimos la primera ruta con Derbys López, director de Fundhea, nos dijo, señalando con su dedo: “Miren ese es el Picacho”. Quedamos prendadas.
Para completar el magnetismo hacia esta parte del Ávila, cuando hicimos la ruta con Trekking Venezuela (recuerden que caminamos 9 horas, quemamos como 2130 calorías y me picó una abeja), solo pudimos llegar a la base porque ya era tarde y estaba muy nublado.
Siempre cerca y pero nunca en él. Pues bien, Luisanna y yo decidimos ir este 27 de septiembre, sin grupos, solo nosotras, para finalmente conocer a este símbolo de los galipaneros: El Picacho de Galipán.


Caminando lo aprendido
Desde Boca de Tigre hasta el Picacho de Galipán son entre 30 y 45 minutos caminando (o menos, dependiendo de tu ritmo). Pero para ponerle un poco de emoción al recorrido o más bien, en palabras de Luisanna, para que luego yo no comenzara a quejarme de que no nos esforzamos para lograr el objetivo, que no caminamos lo suficiente, que no sudamos, y un sinfín de cosas más, decidimos repetir  la ruta del primer entrenamiento para el Pico Naiguatá que hicimos con el grupo de Excursiones Ávila: Cotiza-Pica de La Mona-Clavelitos- Boca de Tigre, sin incluir el sector Guayabo Mocho porque nos desviaríamos.
Nos montamos en una camionetica en Bellas Artes rumbo a San Bernardino. Caminamos hasta la entrada del Parque Nacional Waraira Repano que se encuentra en Cotiza. Y desde allí subimos por la carretera hasta el puesto de guarparques Llano Grande.
En el recorrido vivimos casi lo mismo de aquel entrenamiento: subir una carretera empinada con numerosas curvas, esquivar los jeeps que van a toda velocidad (pero esta vez no teníamos a Fefy para que defendiera nuestros derechos),  escalar  la Pica de La Mona (solo la segunda parte porque nos pasamos la primera entrada y seguimos por la carretera), respirar profundo en Clavelitos, sentir los mismos corrientazos en las pantorrillas (durante todo el recorrido) y llegar a Boca de Tigre (con una sonrisa). Todo esto en un tiempo de 2 horas 30 minutos. Aunque creemos que fue menos, porque en más de una ocasión olvidamos detener nuestros relojes o activarlos durante algunos descansos…
Quizás lo más extraño durante el recorrido fue cuando hicimos una parada para tomar agua y comer. Del monte salió una animalito todo nervioso y se quedó clavado en la cuneta. Trataba de brincarla para pasar a la carretera sin resultado alguno. Nos quedamos petrificadas escuchando el sonido de sus pesuñas rasguñando el concreto. Nunca pudo saltar y se regresó despavorido al bosque. Luisanna decía que se parecía a un perro o un zorro y yo pienso que era un rabipelado. De verdad que a estas alturas no sabemos. En aquel instante salimos de nuestro congelamiento y corrimos hacia la carretera: “Colle el momento de mi comida es sagrado”, dijo Luisanna mientras terminaba de comerse su sandwiche y al mismo tiempo caminaba.
Lo otro fue que encontramos basura por toda la carretera hacia Boca de Tigre. Especialmente botellas y papeles de chucherías. Ya para la próxima tendremos que subir con bolsas para recolectar la basura.
Y que en Boca de Tigre había más militares de lo normal, como cinco.

Más detalles de la ruta
En Boca de Tigre hay tres bifurcaciones. Si vas a Picacho debes caminar hacia la izquierda, bajar la carretera unos pocos metros y luego doblar nuevamente a la izquierda donde hay una casa con una reja al lado. Esta reja permanece cerrada y debes entrar por el lado izquierdo, entre el marco de la reja y la montaña.
Ya en el sendero este te guiará. Pero a Luisanna y a mí nos pasó que en una parte el camino se dividió en dos, una bajada y una subida. Sigan por esta última que está a la derecha.
Luego el camino está muy bien delineado y comienzan a aparecer lo helechos de lado y lado. Y al cabo de unos minutos estás ahí en la base del Picacho, donde lo primero que divisas es una roca al final de la montaña, y a la derecha se puede ver la zona de El Guamito (Galipán)[1], el Hotel Humboldt,  y hacia el norte todo el Mar Caribe.

Mucho gusto Picacho
La entrada de la vereda que conduce al Picacho es una subida de piedras y tierra seca. Tiene escasa vegetación y un sendero que bordea toda la cresta de la montaña.
El Picacho se encuentra ubicado en la vertiente norte de Parque Nacional Waraira Repano, en la parroquia Macuto del estado Vargas. Tiene una altura de 1978 m.s.n.m. y es el que más sobresale de la cordillera al mar y desde donde se puede apreciar casi el 70% del litoral varguense.
En uno de los bordes más sobresalientes de esta montaña hay varias antenas y una cruz, que de acuerdo con información suministrada por Derbys, la colocaron en conmemoración a las víctimas de la tragedia de Vargas. Nosotras decidimos montarnos en la piedra para mirar el mar.
Apenas pisamos roca comenzó una brisa muy fuerte. Unos muchachos que estaban cuando llegamos nos dijeron que tuviéramos cuidado y no nos acercáramos al borde porque había gente que se había caído. Decidimos recibir los golpes del viento sentadas. Tomamos un par de fotos y el resto fue apreciar el paisaje: El mar y la orilla con distintas construcciones, ambos separados por una línea que desde el cielo se ve demasiado definida.  Porque estar sentadas en el Picacho era como vivir en el cielo.
Ya Lourdes Denis de Santana dice: “Hay quienes le atribuyen poderes magnéticos y esotéricos a la montaña de El Picacho de Galipán. Lo cierto es que todo aquel que tiene oportunidad de admirar de cerca esta formación rocosa queda atrapado por la magia de su impactante belleza y su imponente estructura geológica”[2].
En unos minutos nos dio mucho frío y sacamos nuestras chaquetas y también algo para comer. Observábamos la gente que iba llegando, todos hablando de rutas, de tiempos, de destinos. Luisanna y yo no nos pudimos sentir más que en una absoluta sintonía.
Conversamos con  un grupo de amigos que vienen haciendo rutas desde hace cuatro años y nos invitaron a participar con ellos en los próximos recorridos. Reconociendo nuestra afición a la montaña más que un entrenamiento profesional Elisa, Edgar y Jose Antonio nos animaron. Y bueno ahí está la invitación y la promesa de un próximo encuentro, porque definitivamente recorrer la montaña con amigos conecta aún más...

…¡Ah! Y los 5 kg del título son porque hice esta ruta con ese peso… Parte del entrenamiento para el ansiado Naiguatá.

  




[1] El sitio de parada del transporte colectivo que sube a Galipán desde el pie del cerro (…) un boulevard en el que se encuentran múltiples kioscos donde hay venta de dulces, picantes, mojitos, sueros, mermeladas, fresas con crema y dulces en almíbar con productos cultivados en Galipán. http://denissantana.tripod.com/galipan/guamito.html

[2] http://www.galipan.net/apps/picacho.php

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