Cuando la montaña duerme está oscura y en
silencio. Una leve brisa golpea las
hojas y las luces de la ciudad titilan a lo lejos. Las ráfagas de viento que
crean los carros en su andar apresurado
y el roce de sus ruedas con el pavimento de la avenida Boyacá suenan como el
vaivén de las olas del mar. Tus sentidos se afinan pero aun necesitas de la
ayuda de tu linterna, porque apenas son las cuatro de la mañana y la montaña
aun duerme.
Empiezas a subir. Avanzas y tu frente, brazos, pecho,
vientre, piernas sudan frío aunque te sientes cálido por dentro, porque la
emoción genera cobijo.
Cuando la montaña duerme cuidas cada uno de tus pasos,
el suelo es más suave y un tropezón con alguna piedra te pone en alerta. De
tanto en tanto te tambaleas y extiendes tus brazos, porque en la oscuridad la
montaña puede ser una cuerda floja y tu un equilibrista...
Cuando transitas los caminos de una montaña que duerme
sientes felicidad porque quien va a tu
lado comparte esta locura de subir a la montaña en la madrugada para ver solo
un amanecer, el anhelado amanecer.
Te llenas de orgullo porque llegas al puesto de
guardaparques de Sabasnieves para tomar agua, alumbras la cartelera y te miras
en el boletín del CEC, en un artículo que cuenta cómo hace un mes, y algunos
días, hiciste esa ruta que soñabas. Estas feliz porque sabes que eres parte de
un grupo único de gente conectada de otra forma con este monte de anhelos.
Cuando la montaña duerme puedes sentir un poco de
miedo, porque un ave en vela chocó contra un árbol e hizo que sus hojas
vibraran de sorpresa. Un temor que te
estremece pero se disipa porque quien te acompaña te fortalece.
Si llegas al punto donde planificaste ver tu amanecer
y aun la montaña duerme te desbordaras de satisfacción. Quedarás fascinado por
las luces de la Caracas en reposo, por la brisa que te roza, por el sonido del
mar que no es mar. Harás fotos, te sentarás, esperarás y poco a poco el cielo
se abrirá ante tu vista y saldrá esa luz tímida, lenta pero decidida, los rayos
del sol.
Camina la montaña dormida. Hazlo acompañado por locos.
Sé paciente porque cuando despierte, sus verdes serán más vibrantes, sus
pájaros y grillos cantarán, los murciélagos huirán, el cielo de celestes,
naranjas, rosas la harán sublime, nostálgica. Quizás una nube se pose sobre la
ciudad y se extienda por toda esta, como la mano de un mago que desaparece ante
nuestra vista cualquier cosa. Truco, fantasía, realidad. Tú ante un espectáculo
donde las pocas luces que quedan se apagan lentamente y solo cuenta el
amanecer.
"Este es un nuevo día, para empezar de nuevo,
para buscar al ángel que nos crece los sueños, para cantar, para reír, para
volver a ser feliz". Facundo Cabral, tenías razón.
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