Hoy
Gonzo está preocupado. Ni el mate que tomó en la mañana ni llegar temprano a la
presentación lo han relajado. Quizás para calmar la ansiedad camina con sus
chalupas negras alrededor del escenario de concreto, recoge un par de papeles,
una lata de refresco y los bota en la papelera. También puede ser porque es muy
meticuloso con todo lo referente a su acto. Habla con las personas de sonido,
con la moderadora del evento, mira a su alrededor y hace mover las barreras
rojas que rodean el lugar, porque ante todo es un hombre de contacto. De todos
modos Gonzo está preocupado: “El público del boulevard de Sabana Grande es
bastante complicado”. Se refiere a que hay que mantenerlos enganchados,
entretenidos y hacer que participen, de otra forma se irían por donde vinieron.
Transcurridos
unos minutos el espacio se empieza a llenar de mujeres con bolsas de zapatería,
niños con cotufas, hombres con cascos de motos y jóvenes con celulares. Todos
aguardan debajo de los generadores de sombra, seis toldos blancos en forma de
pétalos de flor con base alargada, que hoy son el techo de una carpa invisible.
Primer
intento
—¡Buenas!
¿Qué tal? Mi nombre es Gonzo. ¿Cómo se llaman?—sale a escena rápido, eufórico, con
su maleta.
Nadie
responde.
—Cheeeee.
¿Acaso son una congregación de sordomudos?—bromea y es inevitable que se escape
la ironía que lo caracteriza.
Segundo
intento
—¿Qué
pasó con las palmas?— y empieza a golpear una mano contra la otra, a sonreír
con sus dientes grandes, amarillos, y a abrir
sus ojos negros que son muy redondos.
El
público tímido empieza aplaudir, el artista corre en círculos y luego se
detiene en el centro con su 1.70 metros de estatura y sus 38 años. Ahí están su
paraguas y su maleta, de donde sale toda clase de objetos: una cesta de tela
blanco con negro, un banquito con patas en forma de lápiz, una vaca de manchas
blancas y negras, pelotas, diábolos, antorchas. Todos son elementos que
utilizará durante su espectáculo Corto-CirQyto.
Ya son
más de diez años desde que Gonzalo Velázquez llegó a Venezuela con su pasaporte
argentino. Cuando sólo 18 personas hacían circo en este país. Cuando comenzó su
odisea para crear, en conjunto a su ex pareja Marina Georgescu, la agrupación
Malaabama y el I Encuentro de Circo Social y Artes Itinerantes de Chuao (estado
Aragua)
Si,
definitivamente el público de Sabana Grande puede ser complicado, pero ya Gonzo
encontrará la manera de contagiarlos con la ilusión del circo.
Comienzan
los malabares: Lanza cuatro pelotas al aire. Las va pasando una a una. Simultáneo a esto baila, bate una cadera
hacia un lado y tuerce la boca. Abre más los ojos. Ahora solo con tres pelotas
empieza a mover sus brazos, bronceados y velludos, como los tentáculos de un
pulpo. Una de las pelotas cae en su sien, luego en su frente. Ninguna daña su
pequeño copete al estilo John Travolta.
La
técnica del malabar Gonzo la aprendió muy bien. Tanto que la aplicó
perfectamente aquellos días en que tuvo que hacer espectáculos en medio de enfrentamientos
entre guerrilleros y militares, en plena selva colombiana. Recuerda lo difícil
que es hacer reír a la gente en situaciones difíciles e inmediatamente aparece
en su mente como una postal otro de sus viajes, esta vez a España para
colaborar con la organización Payasos Sin Fronteras.
Este
artista que al principio estudiaba teatro y quería ser actor dramático, pronto
se dio cuenta de que lo suyo era la comicidad.
—Yo no
vengo de familia de teatreros ni de cirqueros. Mi padre siempre ha tenido
vocación y facilidad para la pintura, mis hermanos para la música, y por parte
de tío tengo una familia que tenía una orquesta de tango. Quizá ahí tengo mi
vocación artística, pero no está tan marcado porque ellos no vivían de eso, era
su hobby.
Esto
no hizo falta porque encontró su inspiración en Charles Chaplin y Buster
Keaton.
Para
obtener la formación circense. Primero asistió a la Escuela de Circo Rojas.
Ahí estuvo un año y aprendió la técnica de la comicidad-clown (payaso),
acrobacia de piso, acrobacia excéntrica, el malabar. Gonzo siempre pensaba en
incorporar estos conocimientos al teatro, que era lo que había hecho hasta ese
entonces.
Pero
antes de todo esto conoce a Jorge Parra, mejor conocido como Mondongo, el mismo
que realiza el espectáculo Improvisto.
—Alejandro,
Facundo, Evangelina, Laura y yo, éramos un grupo de chicos que había salido de
un montaje teatral de bachillerato y que decidimos formar un grupo de teatro.
Facundo hacía teatro en el centro y se trae a Jorge Parra. Éramos
contemporáneos de edad.
Mondongo
observa que Gonzo ya hace malabares y lo invita al centro de Buenos Aires, para
que vean a otras personas que están haciendo lo mismo. Pasa un tiempo, ambos forman
la agrupación Duodeno y presentan el espectáculo callejero Qué te importa, con
una óptica muy teatral, pero donde Gonzo ya empieza a incorporar las técnicas
de circo que aprendía en la Escuela de Circo Rojas.
Concluido
el año en esta Escuela el artista no puede continuar porque no abren el turno
de la noche y en ese momento trabajaba en una importadora para poder pagarse
los estudios de teatro, circo, los cursos y el apartamento.
Ingresa
a la Escuela de Circo Criollo de los Hermanos Videla, primera escuela de circo
que se fundó en Argentina y segunda en Latinoamérica después de la de Cuba. Ahí
decide entrenarse en su primera especialidad: la cama elástica. A su vez empieza
a hacer aéreos y trapecio. En ese entonces tenía 21 ó 22 años.
Es en
ésta Escuela donde, luego de muchos años,
se da cuenta del único antecedente de circo que puede tener.
—Tendría
yo cuatro o cinco años. Siempre llegaba un señor, mi abuela lo recibía y nos
invitaba al circo. Resulta que era un señor que era dueño del Circo
Panamericano, que era amigo de la familia de mi abuela, y siempre nos daba
entradas y nos sentábamos en platea o preferencial, a mi me sacaban como
payaso. El viejo Alberto, el que tocaba el trombón, era el dueño del circo. Yo
nunca había tenido esto presente. Me di cuenta cuando a la Escuela de los
Hermanos Videla llegaron unos chicos del Circo Panamericano, eran los nietos de
Alberto. Yo soy la primera generación de mi familia.
Con
tres años y medio en Los Videla y sus estudios de teatro concluidos decide
agarrar una mochila y viajar por Latinoamérica. El proyecto: conocer la mayor
cantidad de agrupaciones teatrales y culturales, recibir conocimientos de
profesores de Chile, Perú y dar a conocer lo que yo llevaba.
Gonzo
agarra el banquito de patas de lápiz y lo coloca para que una muchacha del
público se siente “como una princesa”. Cada mano de Gonzo hala y suelta un
extremo de su pantalón ancho de listas negras y grises. Luego, agarradas, las
coloca en la parte baja de su barriga, que no es pronunciada, se inclina a la
derecha y pestañea. “Es lindaaaaa”. Y ríe jadeando con la boca bien abierta,
movimiento que resalta la verruga que tiene al lado de la nariz.
Finalmente
introduce una mano en el bolsillo derecho y saca una goma roja. La agarra por
un extremo, se la lleva a la boca y comienza a inflar. Poco a poco las venas
que están en su sien empiezan a brotar, se pone rojo, los ojos casi se salen de
su órbita. Se detiene un momento y respira. Infla nuevamente. La goma empieza a
estirarse por el aire que entra y toma una forma de manguera. Amarra el globo.
Y cuando se lo va a entregar a la muchacha se cae sobre él y lo explota.
Todos
ríen.
Saca tres
globos más con los que hace un corazón, un arco y una flecha. Se seca el sudor
con la mano y se coloca delante de Rebeca que ha puesto el globo en forma de
corazón sobre su cabeza. Gonzo lanza la flecha.
Otro
globo blanco serán las palomas.
—Estos
son dos tortolos que están enamorados, somos tu y yo— dice mientras se sube los
pantalones—¡Rebeca no te vayas!
Rebeca
regresa, el se señala el cachete y cuando ella le va dar un beso Gonzo voltea la
cara y sus labios se rozan.
Fin
del número.
Ahora
público está completamente enganchado y totalmente contagiado con el síntoma
circense: la risa.
(Ejercicio de escena elaborado para el
Taller de Crónica: Historias que laten dictado por Liza López y Sandra La
Fuente. Texto realizado en diciembre de 2010).
Fotos: http://gonzovelazko.blogspot.com/p/fotos.html
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